En estos días, donde el clima político toma un rumbo y los discursos electorales direccionan a un cambio anhelado por la gran mayoría de habitantes, Popayán toma una forma de raudal. Eso sí, todos creen tener la solución para que la ciudad cambie, como si esa palabra no nos hubiera mortificado durante los últimos cuatro años.
Difícil la tenemos la mayoría de electores, pues llevamos a cuestas la demagogia revanchista de la saliente administración, donde se vivenció cómo nuestra ciudadanía perdía el control con los idiomas proclives de la emancipación obrera y el discurso donde el candidato quería generar sentimientos de identificación y el oyente confundía su realidad con las mentiras del candidato.
Es decir, basta de poner palabras mágicas como “quiero a Popayán", "todos por Popayán", "amo a Popayán" y" yo soy del pueblo, vengo de abajo". Frente a lo anterior, la ciudadanía debe mirar con extrema desconfianza cuáles de los candidatos llegan en paracaídas y de la noche a la mañana se vuelven youtubers, columnistas, animalistas y aparecen punteando encuestas, hablando con propiedad de una ciudad que no conocen.
Así las cosas, el ciudadano payanés de hoy, después de tanta ilusión de un cambio hace cuatro años, tiene en su mente un clima de desconfianza, lógico y respetable. Por eso, la lupa será el instrumento perfecto junto a la malicia, para que esta elección no sea un nuevo fracaso para la ciudad, en donde la responsabilidad absoluta recae en quienes no sabemos elegir. Recuerden que no todo lo que hace bulla es escuchado y a veces es mejor tener en cuenta al que sin tanta algazara mediática presenta sus propuestas para una mejor ciudad.