¿La razón? ¡Nada nuevo que decir! Llevamos años de malos gobiernos sumergidos en escándalos de corrupción y clientelismo ¡Es que todos los políticos son iguales! Sí, todos son iguales. Son el sustrato de una sociedad patoja indiferente, indolente y permisiva.
No, mi querido vecino, no insinúo que usted sea un corrupto o ladrón, ni mucho menos cómplice de las desafortunadas actuaciones de nuestra clase dirigente. Hago referencia a las conductas que poco a poco han permitido que sinvergüenzas lleven los destinos de la ciudad. Permítame explicarle. Los abuelos solían predicar que saciar el hambre del vecino era garantía de que las gallinas no desaparecieran y que acompañarlos en los problemas familiares era la forma de establecer relaciones de confianza y armonía, y así nuestros abuelos lograron permanecer en paz y salir adelante sin mucha presencia del gobierno.
¿Carlos y eso qué tiene que ver? Ya no vivimos en veredas, no hay gallineros en nuestros apartamentos, en una ciudad somos muchas personas y ni siquiera sé cómo se llama mi vecino. ¡Precisamente! ¡Tiene todo que ver! La forma de saciar el hambre de nuestros vecinos o de acompañar sus problemas familiares es garantizar que nuestros impuestos, que por cierto son obligatorios, lleguen oportuna y diligentemente a saciar sus necesidades. ¿Cómo? Dejando la indiferencia, la indolencia y la permisividad y preocupándose por quien administra esos impuestos. ¿Ahora me entiende?
La única forma de sacar a Popayán adelante es preocupándonos por los destinos de nuestros vecinos y sus necesidades. Si tiene hambre, está desempleado o atraviesa un problema es presa fácil para los que necesitan su voto y alimentar un círculo de miseria. ¡Entre más impuestos se roben, hay más hambre, y hay más votos para comprar!
Usted, mi querido vecino, que su trabajo y dedicación le ha permitido una sonrisa de la vida, preocúpese por aquellos que no han tenido las mismas oportunidades. ¿Cómo? Vote de forma inteligente y consciente. Popayán no aguanta más indiferencia.