Los antiguos atenienses creían que solamente aquellos que habían nacido en su ciudad y que tenían a sus muertos de muchas generaciones enterrados en ella tenían el derecho a la ciudadanía y a ser designados como estrategas (gobernantes) de Atenas. Pese a que la democracia evidentemente ha evolucionado y trascendido ese tipo de limitaciones, algo de profunda sabiduría había en dicho precepto ateniense, puesto que indudablemente solo aquellos cuya progenie ha estado permanentemente ligada a un territorio, lo sienten profundamente en su mente, en su corazón y en su espíritu. No es un sentimiento por adopción, es una convicción que se lleva en la sangre y en el alma.
Popayán lleva mucho tiempo eligiendo a alcaldes provenientes de las diversas provincias caucanas, y eso en sí mismo no está mal, puesto que es una clara muestra de movilidad social que es necesaria, justa e inevitable. Empero, para ser franco los resultados no han sido los mejores, y los hechos y circunstancias por las que atraviesa la ciudad hablan por sí solos.
En la actualidad la ciudad se enfrenta a un escenario aún más incierto, puesto que una de las candidatas con mayores posibilidades de ser electa ni siquiera es nacida en Popayán, y ni siquiera pasó su infancia y adolescencia en nuestra ciudad.
Puede sonar muy duro, pero en el caso de nuestra ciudad no creo en ese tipo de "gratitud por adopción", y estoy convencido de que ya es hora de que Popayán vuelva a tener un alcalde genuinamente patojo, que la ame, la sienta y la lleve en la convicción de su sangre y de su alma, en la voz silente de sus ancestros...
Así las cosas, en esta coyuntura electoral veo solamente a dos genuinos patojos en lisa por la alcaldía: el doctor Juan Carlos López Castrillón y mi muy estimado amigo, el ingeniero Santiago Zambrano Simmonds. Ambos tienen una hoja de vida intachable, sin mácula alguna, e indudablemente cualquiera de los dos sería un alcalde excelso para recuperar a nuestra atribulada Popayán.
No obstante, las coyunturas son implacables y tienen sus propios designios. Por ello, creo con absoluta convicción que este es el momento perfecto, justo y adecuado para que el doctor Juan Carlos López Castrillón asuma el liderazgo de nuestra ciudad, la saque con su mano idónea de la profunda crisis a la que la han llevado cuatro nefastos años de corrupción e ingobernabilidad, y la enrute por fin en una senda de modernización, progreso, gobernabilidad y desarrollo sostenible.
