Ayer en mi función de buena samaritana, casi siempre inocua, acompañé a una joven conocida, cuyo marido la había emprendido a cachetadas y a coscorrones 'vargianos', a realizar los trámites para lo que tuviera que ver con la tan mentada “violencia intrafamiliar”.
Al momento de llamarme le aconsejé que se saliera como pudiera de la casa en donde convivía con el susodicho y se viniera para mi casa, que queda en el barrio El Recreo de Barranquilla y está cerca de unas oficinas del ICBF, calle 66 carrera 38. Allí funciona una guardería, supuestamente hay abogadas de familia, psicólogas y demás.
No obstante, como nos dimos cuenta después, ahí solo atienden casos de abandono de niños de “su jurisdicción”. De hecho, de mala gana el vigilante me dio la dirección de donde atienden casos de violencia conyugal, escribiendo con su puño y letra el lugar correspondiente a la calle 45 No. 19-09, barrio San José. Este no queda nada cerca de donde vive la joven sobre la que les comento, pero por alguna razón era la que “correspondía al lugar donde vive la víctima”, según el.
Al llegar a esa dirección notamos que correspondía a una Inspección de Policía, donde se atienden “lesiones y problemas de orden público entre vecinos”. Sin embargo, estando allá el vigilante nos dijo que debíamos ir a una Comisaría de Familia en la calle 36 No. 7c esquina, cerca de la Cancha de la Magdalena. Esa entidad sí era del Instituto de Bienestar familiar. ¡Aleluya!
Pero no, allí no la atendieron porque la unidad encargada debía ser la de la “jurisdicción donde ocurrieron los hechos”, que habían sido en un barrio extramural de la ciudad de Soledad y le correspondía a la comisaría situada en la carrera 41C No. 44-60 de la Urbanización El Parque de Soledad, a más de una hora del sitio donde estábamos.
Entre tanto habíamos ocupado más de tres horas en las peripecias anteriores. Sin embargo, sin más remedio tomamos un taxi para dirigirnos al barrio El Parque. Debo decir, para que el lector se percate del contexto, que tanto en Barranquilla, como en Soledad estamos en la “ola del cemento” y pocos son los entendidos que saben cuál es la línea más recta para llegar a los sitios, porque hay muchas calles “en reparación eterna”, con pocas señalizaciones de desvío… Y como conocemos poco el sector, imagínese lector, las vueltas y revueltas que tuvimos que dar en un taxi, pagado por la samaritana, porque la joven no pudo sacar un peso de lo que a veces suele darle el “marido”.
Pues bien, llegamos a la Comisaría de familia del barrio el Parque a eso de las 12:00 m, y cuál no sería nuestra sorpresa… Estaban cerrando porque era día cívico por el juego Colombia-Paraguay. Así pues, a la joven con una bebé pequeña en un brazo y en el otro con algunas de las pocas pertenencias que pudo sacar del “hogar conyugal” y yo con otras bolsas, nos tocó devolvernos a casa de un familiar que vive cerca a pedirle posada para víctima y bebé, mientras podía iniciar el día los eternos trámite pertinentes al maltrato recibido y a su deseo de separarse de la pareja. Menos mal que no ganó Colombia, porque seguramente hoy estaríamos en mes cívico.
¿Qué persona de escasos recursos puede hacer este periplo? En la sede del Bienestar de la calle 37c con carrera 7 (barrio La Magdalena) encontré a una señora entrada en años que desde las 8:00 a.m. estaba esperando a que la atendieran porque su hija tenía varios meses de haber salido de casa y le había dejado tres menores de edad. Ella se quejaba de que no tenía cómo alimentarlos, que además había caminado desde el barrio Barlovento hasta la dirección anotada, aún no la habían atendido y no sabía cómo podía regresarse sin dinero de nuevo al barrio donde vivía a orillas del caño de la Ahuyama.
Todo este cuento me ha llegado a concluir que los paseos de la muerte no solo ocurren entre hospitales y EPS.
1. El ICBF para estos casos debería ser una entidad que en cada sede de las múltiples que tiene aborde de oficio el caso que trata y remita a donde corresponda en alguna forma de transporte oficial al afectado. Antes que el victimario llegue a localizarle y la remate.
2. La joven en mención iba con los ojos moreteados, un hematoma en la cabeza, llorando, sin un peso en el bolsillo. En ninguna de las cuatro partes en la que estuvimos le dieron siquiera un analgésico e información certera sobre dónde dirigirse. Los vigilantes no tienen la información necesaria o no se las dan.
Este es un Estado cuyas instituciones y sus sedes están atomizadas. ¿Cómo es posible que no atiendan a una mujer en un caso como este en cualquiera de las oficinas del ICBF? Como ya mencioné, a partir de allí deberían remitir el caso con cita y medio de transporte oficial. ¿Será que esos rubros hacen parte de los robos a los que estamos acostumbrados en las entidades estatales y que quedan muchas veces en noticias mediáticas? (Como supongo que le pasará a esta).
Tanta propaganda sobre feminicidios, violencia intrafamiliar, prevalencia de los derechos de los niños, derecho a la vida a la salud y a integridad queda en simples palabrerías y en unas disposiciones jurisdiccionales que no consultan ni la realidad, ni la lógica.
Entre tanto por el principio de solidaridad y del deber de socorro, del que traté en reciente nota ciudadana, las personas de buena fe, que no tenemos ni los medios, ni los recursos, ni los conocimientos, tratamos de hacernos parte del caso, con una impotencia y una rabia sorda ante la indolencia de un Estado paquidérmico que dedica dinero, propaganda y otros recursos a hacerle ambiente a una selección de fútbol, que al ciudadano que tiene problemas más graves ni le va, ni le viene. Y qué día cívico, las entidades como esa deberían estar las 24 horas disponibles para el ciudadano que lo requiera.