Las vísperas del Día de Todos los Santos, de los muertos o del Halloween como que influenció a los sacerdotes que conforman el tribunal para la Defensa de la Fe, en Roma. Debe ser que se sentaron a ver una película de zombis y llegaron a la conclusión de que la resurrección de los muertos, que prometen los evangelios, sería un desastre parecida a esos filmes de Hollywood, con cadáveres despedazados, furiosos y hambrientos. No de otra manera se entienden los lineamientos que acaban de emitir para la conservación de los restos de los seres queridos.
Dicen los religiosos católicos que hay dos opciones para disponer de nuestros muertos: Los enterramos o los cremamos. Pero en cualquiera de estas dos opciones, lo que quede, debe ser depositado en un camposanto. Es decir, un lugar para el culto de los muertos., Lugares, que por lo general, pertenecen a comunidades religiosas y son un lucrativo negocio.
Nada de llevarse las cenizas a las casas, mucho menos repartirlas entre la familia. Cuidado con enterrarlas en el jardín o esparcirlas en el mar. Ah, y sobre todo, no se les vaya a ocurrir meterlas en una joya para colgárselas al cuello.
No explican las razones para estas limitantes, aunque hay una insinuación dudosa sobre la resurrección de los muertos que podría justificar la necesidad de la integralidad de los cuerpos; en cuyo caso la única posibilidad sería el embalsamamiento egipcio para que como momias resucitemos integras al final de los tiempos.
Sobre los muertos en el mundo entero hay formas muy diversas de rituales, todas vinculadas a las creencias sobre la vida posterior. En la india, por ejemplo, algunas creencias dejan a sus difuntos expuestos para que los buitres se los coman o los queman a fuego lento mientras se desplazan por el rio sagrado, que no es lo mismo que la cremación.
Las distintas religiones explican de diversas y creativas maneras lo que nos pasa después de la muerte. Dicen que se reencarnará, que quedaremos como dioses en cada objeto o que resucitaremos algún día; eso sí solo los buenos, porque los malos arderán eternamente en el infierno.
Es decir, sobre la muerte hay múltiples miradas y múltiples opciones, pero hasta ahora se les ocurren estos dictámenes prohibitivos. Bueno no solo ahora porque la iglesia Católica Romana ya había incurrido en otras prohibiciones como la de que ateos, masones y suicidas fueran enterrados en camposantos, por lo que se debieron crear cementerios alternativos como el que existe en Circasia, llamado “libre” para enterrar de pies a los masones.
En fin, las fórmulas son múltiples y cada quien debería poder hacer con los restos de sus seres queridos lo que a bien tenga. Con tantos problemas que hay con los vivos, hacer de la disposición de los cadáveres un tema de doctrina parece absurdo y mucho más si quien preside hoy la Iglesia es un tipo chévere y moderno como el papa Francisco.
Sería bueno, que el papa Francisco salga a aclarar tamaño disparate
y que explique si es un chiste de Halloween
o realmente un dictamen religioso a seguir a riesgo de ganarse una excomunión
Sería bueno, que sea él mismo el que salga a aclarar tamaño disparate y que explique si es un chiste de Halloween o realmente un dictamen religioso a seguir a riesgo de ganarse una excomunión o de poner en duda la posibilidad de resucitar.
La verdad es que aquello que se convierte en polvo, en polvo se queda y lo que se descompone, descompuesto se queda. Si llegara a darse una resurrección o una reencarnación o lo que quiera creerse, será por supuesto un milagro que superará todas las leyes del universo. En cuyo, caso ese milagro será capaz de recuperar todos los polvos que en el mundo han sido y ponerlos juntos para que de allí salga un nuevo cuerpo.
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