Hay retos garrafales para una izquierda que llega por primera vez al poder en 200 años. Cierto que tuvimos presidentes liberales radicales, que expulsaron a los jesuítas, que transformaron la educación a pública; conservadores pacifistas; que se han mejorado las vías de comunicación y en salud, pero cambios sustanciales en el modelo económico no han existido. No hay diferencia entre los gobiernos de Pastrana padre e hijo ni en el de Laureano Gómez con los de Uribe.
¿Pero Petro está obligado a gobernar a gusto de la derecha?
A todos los gobernantes progresistas en América Latina les pasó algo similar; más o menos, todos tuvieron que hacer gestos de "apertura”, compartir la mermelada. Digámoslo así.
Pero no se debe olvidar que los gobiernos de derecha que retornan al poder frecuentemente tratarán de desaparecer cualquier vestigio de progresismo socialista, incluidos sus herederos políticos, movimientos y partidos.
En el plano de las políticas económicas, hay que dar señales de "tranquilidad a los ricos hegemónicos, que odian la igualdad y justicia sociales, por graduales que sean".
Pero no se puede ceder ante ese conceptico de que democrático es quien gobierna según postulados de derecha.
Petro ha anunciado el nombramiento de Álvaro Leyva Durán, un hombre conservador pero promotor y defensor de los acuerdos de paz. Y aparece en diálogo con Álvaro Uribe Vélez. Si al fin y al cabo es líder de medio pueblo colombiano y encarna los intereses de Estados Unidos.
Pero no puede renunciar a sus postulados; porque la derecha, no lo hará nunca, sus fuerzas retrógradas seguirán matando campesinos e indígenas si no hay ese gobernante que elegimos casi 12 millones para que se oponga radicalmente, y con él las fuerzas militares bajo sumando, hasta hoy haciéndose las de la vista gorda por décadas.
Tampoco puede amilanarse con ACEMI, el pulpo que agrupa a los mercaderes de la salud. Ni mucho menos con las transnacionales de los medicamentos, ni las del petróleo, ni las del negocio del agua, ni todas aquellas engolosinadas durante 40 años de neoliberalismo.
Así que espero hayamos aprendido del pasado y no se cometan los errores que con tanta sangre, sudor y lágrimas se han pagado por décadas en este país privilegiado, que a pesar de todo subsistió para lograr las transformaciones necesarias en busca de la felicidad que todos nos merecemos, con posibilidades de estudio, trabajo y progreso para todos, que se cierren esas brechas abismales que se forja ron en los últimos cien años.