Sr. Representante Polo Polo, en Nariño hay un pueblo al que lo llaman “La Atenas de Obando”. Dicen que al municipio de El Contadero lo bautizaron así, precisamente por la amabilidad y gentileza de sus ciudadanos para tratar a los demás.
También en su momento a Pasto la llamaban “la ciudad noble de América” por su ejemplo de convivencia en medio de la diferencia. Esa semilla se ha esparcido en toda la parcela fértil de Nariño. Por eso, porque no se puede ser inferior a las enseñanzas de nuestros antepasados egregios, no encontrará improperios hacia su persona en boca de los nariñenses. A lo sumo, unos brochazos de la historia, de la que no cabe la menor duda, usted desconoce. Hay insultos que uno se cuelga como medallas, los suyos, por supuesto, son de esos.
Como al parecer, el gracejo popular les resulta más atractivo que un texto de historia, es menester también recordar esa anécdota de Zenón de Elea cuando prefirió arrancarse la lengua y arrojársela al tirano antes que traicionar a los suyos, —hay gente a la que no le vendría mal seguir el ejemplo—. En el tiempo libre, que seguramente tiene mucho, si quiere conocer de dignidad y grandeza humana sin tomar partido, sería bueno darle una ojeada a la biografía de la ninfa mártir Josefina Obando; de las heroínas Domitila Sarasty, Dominga Burbano y Andrea Velasco; en tiempo más reciente, la de Adriana Benítez. Si se trata de grandeza militar, de la que tanto alardean, hay que leer la vida del héroe venteño Juan Solarte Obando y de paso, la de otro hijo de la Unión, el poeta más grande del último siglo: Aurelio Arturo. El maestro Vicente Pérez Silva, oriundo de La Cruz, es una de las personas que más conoce la obra de Cervantes en América. Demuéstrenos que usted no se tropezó y cayó sentado en una curul.
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