Políticos, políticos: todo cambia... para que nada cambie

Políticos, políticos: todo cambia... para que nada cambie

Petro ha demostrado una gran habilidad para hablar, pero una gran “pereza, desidia e irrespeto” por los demás...

Por: NÉSTOR ALFREDO SALAZAR DELGADO
agosto 26, 2024
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Políticos, políticos: todo cambia... para que nada cambie

“Si no nos metemos también nosotros estos son capaces de armarnos la república. Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie. ¿Me explico?” le dice Tancredi Falconeri, sobrino del Príncipe de Salina, Don Fabrizio Corbera (protagonista de la obra) en la novela El Gatopardo[1], un buen recuerdo de lo que ocurre desde comienzos de la historia.

La respuesta del príncipe, “conmovido”,  es entregarle una bolsa de monedas de oro y con este “financiamiento” traiciona al Rey de las dos Sicilias[2] uniéndose a la fuerzas de los Camisas Rojas, comandada por un héroe militar, Giuseppe Garibaldi[3]. Se consolida entonces la “revolución” y se fortalece el poder central del primer Rey de Italia unida en 1861, Víctor Manuel II: se preservan algunos privilegios de quienes dominan ese territorio; no ocurre ningún cambio de fondo,  pero “todo cambia”.

Con su realismo y capacidad de adaptación, Tancredi se casa con la hermosa hija de un burgués muy rico,  con lo cual asegura la posición de la familia Salinas. En esos tiempos, renacen y se fortalecen organizaciones criminales: la Camorra y la Mafia; ambas de un sur rural y agrario, mientras el poder central se concentró en imponer el modelo industrializador del norte, que mostraba grandes avances en infraestructura, educación y servicios públicos. Y ¿nos seguimos preguntando porqué hay tanto grupo criminal en el campo colombiano?

En la historia han ocurrido varias respuestas adaptativas: en la Revolución Industrial, la maquinización provoca miseria en los trabajadores y surge el Anarquismo Luddista[4] que arrasa fábricas y amenaza el proceso de creación de riqueza. La respuesta “institucional” es la creación del Sindicalismo como un espacio, dentro del sistema, para la solución de conflictos. Esta respuesta adaptativa consolida el capitalismo industrial.

En el siglo pasado, los gobiernos de Alfonso López Pumarejo lograron pragmáticamente introducir el país en la realidad que ocurrió en Europa 120 años atrás: la consolidación del sistema de libre empresa, fortaleciendo la capacidad negociadora de los trabajadores ante patronos abusivos. Es cuando líderes connotados del partido liberal[5], se ponen del lado de los obreros y captan el voto popular hasta que la dirigencia política y empresarial de la época deciden que está yendo muy lejos y lo deponen del poder en su 2º. Gobierno. Casi todo el cuerpo del Código Laboral Colombiano viene de ese lapso.

Este recuento describe la capacidad de adaptación de los poderes dominantes, cuando son retados y ven amenazados sus privilegios. En otras palabras, para mantener el poder y el statu quo, es necesario aparentar que se están efectuando cambios significativos.

El transfuguismo de nuestros políticos y el de los grandes cacaos empresariales con el “gobierno del cambio”, es un fiel reflejo de su capacidad de adaptación al reto que parecía surgir con el primer gobierno de izquierda en este siglo; en el pasado tuvimos avances pero, sin la amenaza de la criminalidad narco terrorista elevada a grupos con reconocimiento político y menos, teniendo a un presidente que encabeza un gobierno con nula capacidad de ejecución.

Petro ha demostrado una gran habilidad para hablar, pero una gran “pereza, desidia e irrespeto” por los demás: tomó control del congreso con burocracia y permitiendo “a sus espaldas” niveles de corrupción infames, con el dinero de los más vulnerables. Tiene a su lado modernos Tancredi: Roy Barreras, el innombrable Armando Benedetti, Alfonso Prada, Luis Fernando Velasco y ahora, Juan Fernando Cristo.

En la región, se une a los peores sátrapas: los Castro en Cuba, Ortega en Nicaragua, “Maburro y Luciferdado” en Venezuela. No solo nos avergüenza con sus pretensiones mesiánicas y egolatría narcisistas, nos hunde y cada vez más en el riesgo de un desastre y la incertidumbre.

Es todo tan infame y melancólico, que ha logrado unir a la mayoría del espectro social y político en su contra y, esto, hará posible un cambio en 2026, año en el que recordaremos como en estos fatídicos años, acabó con la posibilidad de un cambio realmente revolucionario, la democracia económica, la talentocracia que nunca hemos tenido.

[1] Giuseppe Tomasi de Lampedusa

[2] Francisco II: pertenecía a la Casa de los Borbón y gobernaba el estado más grande por territorio y población, antes de la unificación de Italia.

[3] General, Patriota y Revolucionario Italiano, uno de los más destacados líderes de la unificación de Italia durante el Risorgimento (1807-1882), cuando logra la conquista de Sicilia y Nápoles, que debilita el poder de los Borbones en el sur de Italia y logra la unificación del país bajo la Casa de Saboya.

[4] Por Ned Luddlam, aprendiz de tejedor que rompió a martillazos el telar de su maestro. Luego aparecen cartas amenazantes a los empresarios en 1811 de un tal General Ludd, que siguen su ejemplo, un líder imaginario que movió la masa trabajadora para arrasar con las máquinas que remplazaban la mano de obra.

[5] Adán Arriaga, Jorge Eliécer Gaitán, Gabriel Turbay y Manuela Beltrán

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