En el turbulento escenario político colombiano, la figura del "agente político durmiente" emerge como una preocupante realidad que socava la confianza en las instituciones democráticas y traiciona las bases populares que creyeron en ellos.
Estos individuos, hábilmente camuflados dentro de sindicatos, movimientos sociales y otras organizaciones, operan bajo una fachada de compromiso social, solo para revelar su verdadero ser cuando alcanzan posiciones de poder político.
Un claro ejemplo de esta desviación es Claudia López, quien tras años de denunciar la parapolítica, obtuvo la alcaldía de Bogotá solo para ver la ciudad sumida en la peor masacre en décadas. Su gestión favoreció a intereses empresariales y económicos, en detrimento de las bases populares que confiaron en ella.
Otro caso emblemático es el de JP Hernández, quien, a través de sus videos críticos hacia la derecha colombiana y su participación en marchas populares, ganó la confianza del pueblo. Sin embargo, una vez en el Congreso, adoptó una posición férrea en contra de reformas sociales y se alineó estrechamente con los intereses conservadores, traicionando así las expectativas de quienes lo respaldaron.
Catherine Juvinao, tras destacarse en labores de veeduría a congresistas, ahora se erige como una opositora de facto a las reformas sociales y defensora del corrupto sistema de salud, decepcionando a quienes confiaron en su compromiso con la transparencia y la justicia social.
Finalmente, Jennifer Pedraza, quien surgió desde los movimientos estudiantiles y feministas, hoy en día, como congresista, lidera una oposición férrea al gobierno en las reformas, sin embargo, su accionar político no refleja las demandas y aspiraciones de los sectores populares que dice representar, no ha hecho nada por la educación pública ni por las mujeres.
Estos individuos, que operan como agentes de cobertura profunda, representan una amenaza sutil pero significativa para la estabilidad democrática de Colombia.
Su traición a las bases populares socava la confianza en el sistema político y refleja la necesidad urgente de una mayor transparencia y rendición de cuentas en la esfera pública. En un momento crucial para el país, es vital que el pueblo colombiano esté alerta y vigilante ante estas desviaciones que amenazan la integridad de la democracia.