El Estado debe intervenir en la economía permanentemente para dotar de elementos de competitividad al país, redistribuir la riqueza, y garantizar estabilidad y desarrollo económico. Estas son tareas que el mercado (la “mano invisible”) no resuelve por sí solo. Para ello se requieren recursos que provienen de impuestos progresivos y que busquen la equidad, que después se inyectan en la sociedad a través de un gasto eficiente.
En Colombia no se cumplen ninguno de estos principios de la política fiscal. Cálculos realizados por Justicia Tributaria indican que la próxima reforma tributaria, la tercera del presidente Santos y el ministro Cárdenas que incrementan el IVA a 19%, aumentará la concentración de la riqueza en 1 %. Además provocará que el 10 % más pobre de la población eleve su contribución total a la tributación en 0,3 puntos porcentuales, mientras el 10 % más rico la reduce en 2 pp, a pesar que este último sector concentra el 40 % del ingreso nacional.
La reforma tributaria subirá el IVA a 19%,
aumentará la concentración de la riqueza en 1 %,
el 10 % más pobre tributará en 0,3 puntos porcentuales más, y el 10 % más rico 2 pp menos
Por el lado del gasto público la situación no es más halagüeña. Un reciente estudio publicado también por Justicia Tributaria sobre la eficiencia del gasto, que ni siquiera el Gobierno Nacional ha realizado, demuestra que Colombia es inefectivo y tienen un nivel de gasto insuficiente para cumplir sus objetivos.
Como primer aspecto, el gasto público como porcentaje del Producto Interno Bruto es muy bajo y en descenso (29,44 %), más parecido a Zimbabue (28,09%) y Haití (25,24 %) que a Francia (57,33 %) y Alemania (44,14 %). Además, el gasto en capital es apenas el 4,2% del PIB y el social el 9%, lo que no permite tener un monto significativo de recursos para inversión productiva.
En cuanto al análisis sobre la efectividad del gasto púbico, el estudio comparó a Colombia en siete dimensiones: equidad, desempeño económico, estabilidad macroeconómica, salud, pobreza, infraestructura y calidad institucional, con nueve países de América Latina y los 34 de la OCDE. Los resultados muestran que Colombia es el de peor desempeño en el coeficiente de GINI y solo le gana a Venezuela en el de desempeño económico. En comparación a los países de la OCDE, ocupa el peor lugar en equidad, salud, infraestructura y calidad institucional.
El análisis sobre el nivel de gasto indica que en la región solo está por encima de Perú y con relación a los países de la OCDE es el país de menor nivel de gasto y solo supera la media del índice de la muestra en la dimensión de calidad institucional.
Bajo este panorama, la dupla Santos-Cárdenas pupitrearon en menos de ocho horas una reforma tributaria en las comisiones económicas del Congreso de la República la semana pasada, para recaudar $7 billones de ingresos de los colombianos en más impuestos regresivos, que serán usados en un gasto ineficiente, trayendo como consecuencia más desigualdad y desaceleración económica.
Si se aprueba esta reforma tributaria, Colombia tendrá un nivel de IVA igual al de los países de la OCDE, pero con la desigualdad de Haití, el desempeño económico de Venezuela y el nivel de gasto de Zimbabue. Por eso la única decisión seria y democrática es tumbar la reforma.