Caminar sin rumbo alguno, como dice la canción del conjunto clásico Los Rodríguez, así está el gobierno de Iván Duque en materia de política exterior. El presidente llegó al poder con una agenda de ser el líder, en la región, contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. Sin embargo ha sido poco o relativamente nada lo que ha podido hacer Duque para contribuir al cambio político que Venezuela necesita; Duque no ha logrado que los miembros del Grupo de Lima mantengan la presión internacional que hasta hace unos meses tenia a Maduro contra las cuerdas, y esto pasa porque han ocurrido cambios políticos en México, Argentina y España donde la izquierda ha ganado peso, lo cual resultó ser un tanque de oxígeno para Maduro.
Por otro lado, el gobierno colombiano ha vuelto a priorizar su relación con Estados Unidos, dejando a la región, a excepción de Venezuela, en un segundo plano. El gobierno Duque ha enfatizado que su política exterior está basada en controlar el narcotráfico y el crimen organizado, por lo cual su relación con el gobierno de Donald Trump se basa en la ayuda económica que este país otorga a Colombia para la lucha contra las drogas. Por eso, el peligro de la desertificación que alarmó al país desde el gobierno Santos y que Duque logro mantener ha hecho que toda la política exterior del país se centre en hacer caso a las decisiones que se toman desde Washington.
Como ha sido la constante en los 18 meses de gobierno, el presidente Duque ha tenido que lidiar con polémicas, tal es el caso de su ex embajador en Estados Unidos, Francisco Santos, quien estuvo envuelto en una delicada situación en noviembre de 2019 con la recién nombrada Canciller Claudia Blum, al referirse al gobierno colombiano como un gobierno al que no le prestaban la atención suficiente en Washington y que Colombia no era una de las principales prioridades para el gobierno de Trump en su política exterior para América Latina.
Esta conversación revelada por una emisora colombiana, llevó a que Duque llamara a consultas a su embajador y posteriormente a la renuncia, unos días después, de él mismo. Actualmente, Colombia no cuenta con embajador en Estados Unidos lo que es una muestra más de la demora con la que Duque actúa para solucionar inconvenientes al interior de su propio gobierno.
El país está en la capacidad de mantener una embajada sin embajador nombrado, mas no es algo positivo que al ser Estados Unidos el principal aliado todo sentido, no se tenga a un embajador en propiedad, lo cual puede afectar los intereses de Colombia, como también demuestra la debilidad del actual gobierno que ostenta el poder desde agosto de 2018.
A pesar de estos impases, el presidente también ha priorizado en su agenda internacional, la creación de un nuevo grupo de integración llamado PROSUR creado en alianza con el presidente de Chile, Sebastián Piñera y otros países de la región que ven a UNASUR como un proyecto político de interés común que fracaso. Incluso una de las promesas de campaña de Duque fue retirar a Colombia de UNASUR y emprender la búsqueda de nuevos caminos de integración que no estuvieran asociados a este grupo, creado por los intereses del chavismo.
Por otro lado, en materia de comercio el presidente ha priorizado en sus viajes al extranjero la economía naranja que promulgo a lo largo de su campaña. Sus casi 20 viajes al exterior han estado enfocados en continuar con la búsqueda de nuevos mercados, expandir los ya existentes y mejorar las relaciones con socios importantes. El presidente ha visitado Asia, América del norte y Europa donde están ubicados los principales mercados del país. A pesar de las buenas intenciones y de los intereses para Colombia en estos mercados, los viajes al extranjero también han estado envueltos en polémicas, puesto que han sido muchos en poco tiempo. Si bien después de que salió a la luz pública lo costoso de los mismos, el presidente en los últimos meses se han mantenido dentro del país, también tratando de controlar la complicada situación por la que pasa su mandato.
En definitiva, la política exterior de país no ha cambiado mucho, Colombia se ha mantenido en su posición de ser un actor relevante en la región, ha tratado de lidiar y enfrentar la difícil situación en su frontera con Venezuela y ha logrado mantener a sus principales socios enfocados en los principales intereses del actual gobierno. En torno al proceso de paz, el presidente Duque suspendió los diálogos con el ELN además de que las relaciones con Cuba no pasan por su mejor momento, lo cual marca una pauta totalmente distinta a la del anterior gobierno. Por otro lado, los diferentes nombramientos de embajadores ha causado polémica, tal es el caso de Ubeimar Delgado, quien desde 2018 fue designado como embajador en Suecia, puesto al que no pudo llegar por la falta de idioma. Esto, no solo es algo grave, sino que representa el poco respeto hacia un país que aportó mucho al proceso de paz con las FARC.
Por el momento, Duque se encuentra luchando con muchos problemas internos de su gobierno, lo cual lo mantendrá bastante ocupado por un buen tiempo. A pesar de que aún falta bastante para las elecciones de congreso y presidencia, muchas de las fuerzas políticas se preparan para recuperar el poder del legislativo y ejecutivo; por eso el presidente, junto a su gabinete y congresistas, deberá enfocar todas las fuerzas para mejorar la imagen del gobierno.