La política en Colombia siempre ha ido un tema difícil de tocar, ya sea por la ineludible sensación de estar hablando de algo que no parece ser ni suceder o por el riesgo que ello puede conllevar, más 50 años de guerra han demostrado que a los colombianos nos resulta más fácil tirar de un gatillo que comprender el ejercicio político.
Esto a pesar de los avances que en los últimos años se han manifestado en las contiendas electorales donde la democracia y la diversidad política comienzan a ser menos utópicos en nuestro territorio, pero que al final siempre termina siendo el mismo circo de corrupción, politiquería y terrorismo al que hemos asistido por tantos años, continuamos con los pañales puestos en materia de desarrollo y economía y no se puede dudar en culpar a nuestros gobernantes y a nosotros mismos, que fuimos los que de una u otra manera los pusimos en ese lugar.
Al parecer cuando llega la época electoral la edad mental de los colombianos retrocede algunos años, quizás muchos, a esas épocas de la niñez donde nos peleábamos con nuestros vecinos por los juguetes o las típicas peleas de los salones de primaria por los partidos de Intercolegiados, así de ridículo e impensable es nuestro comportamiento, más ahora que las redes sociales permiten interactuar tan ampliamente entre la población.
Nuestro ejercicio político y de participación es infantil y vergonzoso: perfiles falsos, calumnias, chismes, montajes, insultos y empujones son el pan de cada día en el ciclo electoral, la emocionalidad domina sobre la razón y es esta la principal causa de que en medio de nuestra inmadurez elijamos siempre a los peores gobernantes.
Sencillo sería si el tema se quedara en la infantil forma de actuar de los colombianos en el ámbito político, pero nada más alejado de la realidad, esa propia edad mental, infantil y grotesca, ha llevado a que algunos, con el poder y las influencias suficientes se apropien de la violencia y el terror como el método más efectivo para obtener un puesto en los cargos públicos del país, con amenazas, robos y masacres buscan alterar la conciencia electoral de los pobladores sometiéndolos con miedo.
Así transcurre la contienda electoral en mi país, entre ignorancia, inmadurez y violencia, como siempre lo ha sido, algunos seguimos aquí, esperando que todo cambie, que algún día tengamos verdadera democracia, en un país donde nos comportamos como niños y desde niños jugamos con armas.