La renovación generacional en la política nacional parece aproximarse, personas jóvenes, llenas de nuevas ideas y nuevas propuestas inundan las urnas con aspiraciones al concejo, alcaldía, y gobernación.
Se dice que el cambio es inevitable, de una nueva forma de hacer política, de darle voz a las comunidades, y, sobre todo, de escuchar a los jóvenes, los cuales están provistos de conocimientos frescos desde una perspectiva diferente que la separa de la política tradicional.
No obstante, se nos olvida que la juventud por sí mismo no representa ninguna característica, virtud o cualidad que debería de tener aquel individuo adepto para gobernar y representar al pueblo.
Y es que el elegir a personas jóvenes simplemente por el hecho de ser jóvenes, puede representar más contraproducente de por sí si por ello inhibimos ver que la misma juventud podría estar provista de inexperiencia y poca madurez, que, además, en vez de lo que sería liderar un nuevo proyecto político, podría servir como fachada de una nueva estrategia por parte de la política tradicional para atraer nuevos votantes y hacerles pensar que un cambio se aproxima.
El criterio para seleccionar a candidatos, independientemente de su edad, debe basarse en una evaluación rigurosa que incluya sus méritos, habilidades, educación, experiencia y compromiso cívico. Ignorar estos aspectos podría llevarnos hacia la ineptitud y perpetuar el ciclo de corrupción que aqueja a nuestro país.
Adicionalmente, es importante considerar que la juventud aporta una perspectiva valiosa y energía renovada a la política, lo cual puede ser muy beneficioso.
Sin embargo, esta ventaja debe complementarse con el desarrollo de habilidades de liderazgo, comprensión de los asuntos públicos y un compromiso genuino con el bienestar de la sociedad. La juventud no es una garantía de éxito por sí sola, pero cuando se combina con la formación adecuada y la capacidad de adaptarse a las complejidades de la política, puede convertirse en un activo valioso para la renovación política y el progreso del país.
Para concluir, ser joven puede ser una característica positiva en la política, pero no debe ser el único criterio de selección. Es esencial considerar la formación, la experiencia y el compromiso cívico al evaluar a los candidatos, para evitar caer en la trampa de la inexperiencia y permitir una verdadera renovación política que beneficie a la sociedad en su conjunto.