Me devanaba los sesos intentando descifrar qué hay detrás de un decreto promocionado que condena el consumo de la dosis mínima de drogas psicotrópicas y da poder a la policía para controlar y perseguir a sus expendedores públicos. Me decía: a lo sumo eso entrega un poder discrecional y policivo que puede perjudicar a la institución pues los expendedores no se quedarán con las manos cruzadas y a sus costos ahora podrían agregar el costo de potenciales coimas a la policía y, listo, Medellín cabina ocho. Por eso debió implicar subsiguientemente un régimen disciplinario mayor para la policía, que no se expidió ni se expedirá y, una vez hecho esto, no se sabe quién controlaría a la policía, etc., etc. Eso haría subir en andas la líneas de poder, incluso pasando por el congreso. En esas estaba…
Ha venido en mi ayuda el economista Paul Krugman que, de paso, hace una defensa de lo que podría ser un comportamiento socialdemócrata en los Estados Unidos de América. Dice Krugman:
“Después de todo, ¿cuáles son los reclamos para vender impuestos bajos y mínima regulación económica? Parcialmente, por supuesto, la reivindicación de que un gobierno pequeño es la clave para conseguir geniales resultados económicos, que si la marea sube, suben todos los barcos. Esta reivindicación persiste –porque hay poderosos intereses económicos que quieren que persista– incluso a pesar de que la era de dominio neoliberal ha estado, de hecho, marcada por un crecimiento económico mediocre que no ha sido compartido con los trabajadores ordinarios”.
La cita es muy diciente porque en primera medida dice que el gobierno sale a vender impuestos bajos y mínima regulación. Si sale a vender, quién le paga y cómo le pagan. ¡Pero, acaso el gobierno ha sido elegido para salir a vender algo, cual agente comercial o capitalista? Aquí queda claro que el gobierno es un agente vendedor de políticas públicas que se ofrecen al mejor postor que está oyendo el cuento tras de la puerta. Más adelante pondremos en boca del mismo Krugman quienes son aunque cualquiera puede adivinar sin un mayor esfuerzo, sin ser siquiera economista, ni premio nobel como Krugman.
También dice que en su habilidad, vende impuestos bajos y mínima regulación. Se supone que aquí se equipara con el sablazo que intenta hacer nuestro flamante ministro de hacienda, cotizado millonario según se supo recientemente, con respecto a los empresarios y dueños del capital en Colombia en una pretendida reforma que todavía no sale pero ya se le hace propaganda para aclimatarla. Pero, por qué entonces y guardadas las proporciones no desregulan en vez de apretar el microconsumo, si esa es una política pública que también puede ser rentable y tan respetable como cualquier otra pues muchos intereses habría tras ella.
El asunto de este análisis es como para separar balcón. En efecto, en el caso de Trump es manifiesto que no dice una sola palabra sobre regulación de ese mercado psicotrópico en su país. No parece que fuera tonto, por lo menos no en esa área. Claro, y ojo al Cristo que es de plata, una vez hubo el cambio de gobierno, ahí sí se apresuró a atacar el desmesurado crecimiento del área de cultivos ilícitos en Colombia y, cómo no, inmediatamente el gobierno de nuestro país corrió a mostrar que desde el principio atacarán, pásmense ustedes, el microconsumo interno con una política regulatoria, no eliminatoria. Y cualquiera dice ¿y qué tiene que ver el caldo con las tajadas? Y aquí es cuando decimos: ¡quieta Margarita!, que seguramente volvamos a fumigar con glifosato que ya regresa a ser catalogado no contaminante, ni propiciador del cáncer, ni de asfixiar peces en los ríos, ni nada parecido. Hay que fumigar y erradicar a la lata, con el ejército obviamente para que salga más barato. Lo curioso es ¿por qué no se privatiza la fumigación y la erradicación? Se imagina alguien la pelea de perros que se armaría por tan jugosos contratos. ¿Y quién perseguiría los impajaritables incumplimientos contractuales que sobrevendrían? ¡Mamma mía!
Lo que cualquier puede leer, ipsofactamente, más allá de toda duda razonable es que desde Colombia podríamos estarle haciendo la política que Trump no se atreve atacar en su país. ¿Y a qué costo? Bueno, si no hay un régimen disciplinario en la policía, complementario a la regulación del microconsumo, nos estaría saliendo a precio de huevo. Pero, ¿y la salud institucional policiva? Está bien, gracias, ¡Ciao!
Claro que el glifosato debería ser vendido por compañías que lo suministrarían, dueñas al menos de las patentes sobre sus principios activos, y sin duda alguna al amparo de los cicateros aportes cobijados por políticas antidrogas norteamericano y entonces usted advierte que se ha cerrado el círculo mágico. ¡Todo será una gigantesca farsa!
Desde luego que videos de soldados haciendo erradicación manual, donde ni siquiera se les vea que están sudando a pleno sol canicular, aparecerán en los programas de noticias nacionales e internacionales.
Pero hay algo más en la nota de Krugman que habla de un gobierno pequeño, es decir, de uno con mayor incidencia del capital privado, no podría haber otra fuerza equiparable, en el dominio regulatorio de la sociedad. Krugman nos pone de manos a boca con el énfasis en un gobierno neoliberal. Trump le da esa enorme gabela a quienes lo ubicaron en el poder. ¿Quién hubiera esperado algo distinto? Y qué hacen los agraciados. Será que en una economía neoliberal como la expuesta, “si la marea sube, suben todos los barcos”. Si las empresas ganan más, también subirán los salarios y habrá más empleo. Krugman da unos ejemplos y luego concluye, ridiculizando: “(…) Pero la idea de que los mercados libres eliminan las relaciones de poder de la ecuación es simplemente naif”. El adjetivo naif, parece que significa ingenuo. Nadie podría ser naif en estos asunto; ni siquiera un ministro de hacienda. ¿Podría ser naif, alguien que supuestamente lo defendiera en el congreso de la república?
Y luego Krugman se va lanza en ristre: “Y es incluso más naif ahora de lo que lo fue hace unas décadas porque, como indica Irwin, los actores económicos grandes dominan la economía más y más. Está cada vez más claro, por ejemplo, que el poder monopsónico está haciendo caer los salarios; pero eso no es lo único que hace. La concentración de la contratación en unas pocas empresas, junto con elementos como cláusulas de no competencia y colusión tácita que refuerzan su poder de mercado no solo reducen tu salario si eres contratado. También reducen o eliminan tus opciones si eres maltratado: renuncia porque hayas tenido un jefe abusivo o problemas con la política de la compañía, y puede que tengas graves problemas para conseguir un nuevo empleo”.
Cualquiera que crea que eso no va a ocurrir, ni ha ocurrido alguna vez, no está ni tibio. La prueba irrefutable de que algo se cuece tras bastidores y se sienten pasos de animal grande es que algún ministro de defensa salió, muy apresuradamente para el gustico del señor presidente, a sostener que la protesta social será regulada. La Ley Estatutaria relativa a dar garantías de movilización no pudo tramitarse durante el gobierno Santos, qué raro, pues no hubo acuerdo con los gremios; en cambio ahora sí tendría vía libre pues quien dirige el ministerio de defensa ha fungido casi que sempiternamente como Presidente de Fenalco. ¡Blanco es, frito se come, gallina lo pone, qué es!
Contenida la protesta social, con qué, sobra adivinar, no solamente habrá caída de salarios. “(…) elementos como cláusulas de no competencia, y colusión tácita refuerzan su poder de mercado no solo reducen tu salario si eres contratado” Y sigue diciendo otras barbaridades que si ocurren en los Estados Unidos, por qué no pueden copiarse impunemente aquí.
Entonces qué cabe hacer. Krugman comenta: "Corey Robin dice 'socialismo' —pero hasta donde puedo entender, realmente quiere decir socialdemocracia: Dinamarca, no Venezuela—".
Para mi tengo que en Colombia la palabra Dinamarca será reemplazada por Cundinamarca. Y es que aquí también tenemos histriones. Obviamente porque en Cundinamarca no hay socialdemocracia. La otra palabra que está allí en la frase, ni la mencionemos. Produce un terror poco menos que apocalíptico. Pero, no se preocupen, ya estamos trabajando en ello a través de nuestro embajador en Washington. ¿Quién es? Cedemos la palabra al inmortal Benny Moré:
Pues si señores esta es la verdad / Hay un señor de talento y razón/ Inteligente, despierto y gentil/ Que rinde culto siempre al corazón/ Quién es, quién es/ Ya lo voy decir/ Ya lo voy a decir.
Krugman no acepta la salida a la socialdemocracia. Defiende que como contraprestación debería facilitarse una mayor sindicalización obrera defensora y morigeradora. ¿Aquí en Colombia? Esta es una de las razones por la que creo que el socialismo democrático de los gringos nos podría proveer de un pragmatismo refinado… por lo menos en Cundinamarca.
Ahora cabe replantear la pregunta: “Después de todo, ¿cuáles son los reclamos para vender impuestos bajos y regulación de la dosis mínima en economía? Ya estamos más cerca de saberlo.
Notas. Quedé asombrado de que la palabra impajaritable exista en Bolivia, Chile, Ecuador, Perú y obviamente Colombia con el mismo significado, lo cual indicaría al menos que tenemos el mismo sentido del humor. Las citas de P. Krugman son de su artículo aparecido en New York Times, en agosto, pero que recién acoge en español como Capitalismo, socialismo e ilibertad la revista Sin Permiso de donde las tomé.