La forma en que la ciudadanía ataca a la institución policial me recuerda, aunque en menor grado, la desconfianza que le tiene al cuerpo médico.
Por eso este es un llamado a encontrar la humanidad en quien tienes al frente: ya seas un policía que ve un manifestante y tiene la orden de disparar; un manifestante con la piedra en mano y la ira de sus hermanos caídos a manos de quienes llama “cerdos”; un médico ya anestesiado al dolor y sufrimiento ajeno y condicionado por el sistema de salud; un ser que espera su tratamiento; un familiar con temor de perder a una persona querida y que enfoca su miedo e ira en quien lo trata.
Hay que entender que todos somos pueblo y que cada uno de nosotros está inmerso en un juego que no inició, pero que sin caer en cuenta mantiene para quienes mueven los hilos sin estar en la línea de batalla... para quienes no significamos más que los medios —o el número de muertos— para mantenerse en el poder.
Ahora bien, hay diferencias entre ambos servidores:
- La gran mayoría de médicos/enfermeras que tratan mal a sus pacientes lo hacen como resultado de la precarización y explotación laboral a la que son sometidos. Y aunque no es su culpa, los pacientes deben entender esto y guiar sus temores e indignación hacia el sistema de salud mismo y hacia quienes lo mantienen desde las alturas.
- La institución militar y policial tiene incorporado el chi” de la corrupción, de hacer las cosas mal, de la violencia y el escondite. Y si bien sabemos que hay que cambiar este problema de raíz, debemos comprender que hay policías buenos y que no quieren disparar.
Así pues, asimilar la humanidad del personal de la salud y del policial y militar, que también pertenece al pueblo, es el primer paso para alejarnos de la violencia y crear un cambio real con un enfoque nuevo. Sé que requiere mucho, pero también que sí podemos hacerlo.
No es tarde para romper el ciclo. Sé que pueden tomar la decisión correcta, en sus corazones saben cuál es.
Posdata. Policías y militares, ustedes juraron defender a los colombianos, tienen que evaluarse y decidir si van a pelear por el pueblo (ustedes mismos) o contra nosotros por las órdenes que reciben de sus superiores, aunque estas sean malvadas.