"Un policía me pateó la cara y otro me apuñaló en la pierna": con estas comillas de un fotógrafo titulaban los medios en junio, pleno auge del paro nacional en Colombia. Como ese caso en Usme, se repitieron decenas más en los meses más duros para la prensa en el país. El 2021 rompió récord de violencia contra los periodistas.
En medio de las tensiones que se vivían con los bloqueos, las muertes y las constantes movilizaciones en todo el país, la prensa se convirtió en un objetivo. En el Ministerio de Defensa, por ejemplo, el trabajo fue arduo: en el patrullaje de internet se invirtieron más de 21 mil horas, se analizaron 3.700 videos, y decenas de funcionarios se dedicaron a identificar lo que para ellos son noticias falsas. El "enemigo" eran los que criticaban o denunciaban las acciones y procedimientos de instituciones como la Policía. El foco fueron los protagonistas de la protesta digital que logró resultados notables: hackers, periodistas, kpopers y personas críticas del establecimiento.
Esto solo era la punta del Iceberg, la mayoría de las agresiones a la prensa durante el 2021 fueron por parte de miembros de la fuerza pública durante las protestas. El 93% de las agresiones físicas a la prensa sucedieron durante el cubrimiento de las jornadas de manifestaciones, entre mayo y julio. Los periodistas fueron empujados, golpeados con puños, piedras, escudos y patadas e incluso algunos fueron apuñalados.
En otros momentos la presión vino por parte del acoso judicial, las amenazas y las restricciones de acceso a la información impuestas sin razón por funcionarios e instituciones estatales.
Para cerrar, las mayorías del Senado y de la Cámara aprobaron un artículo que blindaba a los funcionarios públicos de las investigaciones de la prensa y aumentaba los castigos contra periodistas. Al final, la presión de la sociedad civil hizo efecto y el artículo fue retirado; pero las intenciones de los legisladores quedaron al desnudo.
Estas son las estadísticas de agresiones que registró la FLIP el año pasado:
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