Hay una carrera tempestuosa emprendida por diversos sectores para inocular confusión en la lectura que hace el pueblo colombiano de los vínculos existentes entre la realidad social y la responsabilidad de los actores administrativos del país; un afán vergonzoso y mórbido cuya pócima plenamente identificada es la segregación del pensamiento y su consecuente impacto emocional.
Por fortuna, la historia se está escribiendo, imposibilitada a esquivar el impacto de la verdad; la cual es contada con sencillez y, regularmente crudeza, por cada uno de nuestros hermanos y hermanas que sufren la esclavitud de los escenarios intencionalmente acondicionados para su sufrimiento, situaciones que tocan su humanidad, su día a día, su esperanza.
Y es la esperanza, la antorcha que ilumina el horizonte de cualquier ser humano, la que ve su llama diezmada entre nosotros ante la violación crasa y descarada de quienes juraron hipócritamente proteger con su propio honor la flama dadora de vida, por su connotación espiritual y motivadora de la voluntad de cambio. Se vende el discurso de la polarización, así, simple y a secas. Se enloda a los colombianos en una reyerta ajena a sus intereses, convicciones, legado ancestral; un negocio que tiene nombre: "pluralismo polarizado". ¡Sí! ese mismo juego concebido entre políticos y medios de comunicación para pintar de blanco o negro sus objetivos, para tapar el sol, para desenterrar hechos cumplidos, para salpicar con odio mediante la efectividad del discurso agresivo, mediático y parcial a la población de nuestra tierra bendita, como estrategia oscura para sembrar imágenes que no corresponden al negativo del presente y la historia.
Digo, sin temor alguno a equivocarme, que la vida es la escritura de líneas significativas de su biografía, y un anatema para los homicidas. Por eso, los relatos de los asesinos solo pueden alimentarse de la virtuosidad que sus víctimas prodigan. La mención en presente, porque el proceso ontológico le da vida a los autores de un legado ejemplar, y brillo a la perpetuidad de su intelecto materializado en las ideas que alimentarán eternamente la lógica de la paz.
Y es que la carencia de ética y valores humanos de la lucha por la absorción total del poder atentan al derecho a la dignidad personal y colectiva, al debate libre y científico de los desafíos sociales, del plan de desarrollo social integral de los ofertantes, de lo que significa ser ciudadano regular bajo el clima político y socio-económico actual de Colombia; más es inconcebible negar la unidad ideológica que nosotros, colombianos hemos logrado tras la revelación de la lobreguez en las intenciones de los protagonistas de tan infame plan. Por eso, el discurso de la polarización no es más que un truco de quinta a la conciencia, una apología a la destrucción de la voluntad de cambio que hierve en nosotros.
Permítaseme el honor de rescatar unas palabras de las que no cuento autoría, evocarlas por su contundencia, porque son vigentes, porque alguien murió por ellas y sin politizarlas las endosó a la vida, a las oportunidades, si, a las segundas oportunidades; aquellas que no gozó en presencia por ser materializador de iniciativas, aguardando con anhelo que resonaran hasta hoy y hasta siempre:
"Nadie podrá llevar por encima de su corazón a nadie, ni hacerle mal a su persona aunque piense y diga diferente"
Tomado del Pedazo 10-2 de Administración de la Justicia
El Palabrero o PÜTCHIPÜ’ÜI
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, UNESCO 2010
Etnia Wayúu
“Con ese artículo que nos aprendamos, salvamos este país, por lo menos sus hijos tendrán un país mínimamente más agradable”
Jaime H. Garzón F.
24 Oct 1960 - 13 Ago 1999
En calidad de Coordinador de Traducciones a lenguas nativas de la Constitución Política de la República de Colombia, 1991
La esperanza, etérea en su concepción y frágil entre la agonía moral en que camina, nos demanda el oxígeno que necesita para subsistir, la construcción de una propuesta protectora de los intereses sociales, de lo que somos y representamos, de la defensa de la misma y participación en la veeduría de su cumplimiento.
Hay unas hojas en lápiz, manuscritas bajo la inspiración que solo puede emanar del altruísmo de quienes sentimos el dolor y trabajamos por un cambio. Y bajo el pensamiento de que ustedes, conciudadanos conmigo, son propietarios tanto del sentir como del actuar, logro la certeza de que estas líneas las forjarían con igual nobleza y entrega. Por consiguiente, las hojas en lápiz se que tienen vida y su lectura cambiará la biografía de Colombia.