Ya esto acá no tiene remedio. Solo un exterminio civil puede enderezar a las prácticas retorcidas que esta sociedad malsana ha convertido en costumbre y ley. No hay otra. A pesar que suene y se lea con extrema crueldad, más de medio país que respira por el pulmón derecho lo siente y lo reprime con una frustración creciente… solo falta una chispa!
Lo cómico de los hechos que a diario protagonizan los que están dirigiendo (o despeñando) al país ya están tomando visos de tragedia. Pero no es su culpa, ellos prometieron un “jardín de rosas” y la tonta mayoría que la democracia unge, los eligió y apenas reciben las espinas del jardín prometido.
Revisen los hechos que cotidianamente abordan y ponen en las noticias los medios de comunicación -también condicionados- y las redes sociales que ahora son los tribunales de la santa fe y los nuevos inquisidores sin derecho a defensa. Es un país descuadernado y sin rumbo, timoneles que ni siquiera son grumetes.
Las mentiras sin ruborizarse de la clase política y los que defienden al establecimiento es impresionante: un fiscal general que nunca miente, un conflicto armado que nunca existió, una política económica exitosa, la desnutrición y mortalidad infantil es en otra Guajira de cualquier planeta vecino, una justicia imparcial y una corrupción que solo se da en Dinamarca… eso es apenas una mínima partícula atómica.
Estamos al garete.
Desde los tiempos de Andrés Pastrana (¿alguien se acuerda?) no se sentía tanto vacío de cohesión alrededor de la ficción de sociedad que intentamos construir y destruir como en un tejido “penelopiano” que espera al inesperado Ulises.
Miren las alianzas regionales para repartirse el poder
y las cuotas de corrupción previstas a partir del año 2020
con los nuevos gobernadores y alcaldes
La retoma del país -no es en lo ideológico solamente- por parte del aparato reaccionario de una parte de la sociedad que no tolera divergencias ni “disidencias” y que, para ellos, la convivencia democrática no representa ningún valor universal que admita defensa. Aquí la consigna es tierra arrasada y bajo el criterio de eliminar en lo político y en lo físico -si es posible- al adversario.
Las cuentas están claras: el alineamiento del establecimiento detrás de los ropajes democráticos es un ensayo que no yerra en estos casos. Miren las alianzas regionales para repartirse el poder y las cuotas de corrupción previstas a partir del año 2020 con los nuevos gobernadores y alcaldes. Casi ningún departamento se salva de la derechización malsana con la que amenazan la convivencia pegada a babas que ilusamente se apostó desde La Habana. Para el año 2023 (suena a ciencia ficción) cuando terminen su periodo los nuevos mandatarios regionales, se habrá completado el ciclo de retoma anunciado y concertado. Yo te elijo, tú me proteges. Tú saqueas al erario, yo lo administro desde la sombra. La mafia del voto.
Coda: ¿Por qué un político preso no es más peligroso que un vulgar delincuente?