En pleno Siglo XXI, los países de América Latina, cada vez con mayor frecuencia, empiezan a jugar roles más importantes en el plano político mundial. Por esta razón, mi generación tiene servida en bandeja de plata la posibilidad de generar el cambio, tan anhelado por millones, que necesita este continente y, seguramente, el mundo. Una sociedad con ideas frescas, pensamientos en torno a la paz y con una capacidad impresionante de proponer es la que, hoy por hoy, camina entre los pasillos de las facultades del sur de América. El unico tema que, actualmente, me genera una preocupación importante acerca del destino de estos jóvenes, es la de la falta de apoyo al voto como máximo estandarte de la democracia de nuestros pueblos.
Aunque la mayoría de jóvenes, del continente, apoyan de manera tangible la democracia contemporánea y expresan su libertad en las urnas, desde Colombia hasta Argentina y desde Chile hasta Brasil, hay un grupo de personas con una actitud apática a la política, regional y nacional. Más allá de la falta de confianza en los candidatos que, elección tras elección, hacen su aparición en las listas de potenciales congresistas, alcaldes/intendentes o presidentes, el joven latinoamericano debe adquirir la conciencia, plena, de la importancia que cumple el sufragio en el pacto social al que pertenece.
El voto juvenil en esta parte del mundo, tan golpeada siempre por diferentes temas, es el salvavidas que tiene cada región y país. Para nadie es un secreto que, conforme pasan los años, los adultos somos menos abiertos al cambio. Difícilmente, un señor de 55 años con ideas conservadoras, tenga la posibilidad de tener una visión diferente ante un tema como el aborto. En cambio, un joven de 23 años (como yo) tiene una capacidad de entender nuevos conceptos y ver distintos algunos temas, simplemente, por haber nacido en otra generación y desarrollar otro grado de consciencia muy diferente a la del señor con 55 primaveras en su espalda. Dicho esto, es importante remarcar la trascendencia que tiene el desarrollar un pensamiento, crítico y objetivo, para poder tener una dimensión "más allá" de los demás y aportar de manera significativa al desarrollo integral de nuestra sociedad. Por ejemplo, muy pocos jóvenes en esta parte del mundo ven como opción, ante una contienda electoral, el expresar su inconformidad ante la política actual a través del voto en blanco. La militancia, desvirtuada en la mayoría de los casos, no debe aportar para convertir al joven en un "rebelde sin causa" basado en citas de un Marx que no leyó o de un Fidel que no escuchó. Por el contrario, la esencia de la militancia debería ser generar escenarios propicios para crear un pensamiento, objetivo, acerca de temas de importancia regional y nacional.
Finalmente, debemos tener claro el papel preponderante que juega la población joven de cada país en el desarrollo o no del mismo. Teniendo países con un constante desarrollo integral, seguramente, el continente en pleno va a ver como la transformación tan esperada esta dándose, minuto a minuto, en escalas superiores. La invitación es a participar se manera consciente, clara, honesta y libre a cada contienda electoral que decide nuestro destino. De igual forma, el joven no solamente debe quedarse con el voto sino llevar a cabo un acompañamiento a la gestión política de los elegidos, generando así, una presión a la clase dirigente para cumplir con el objetivo de buscar el bien común, por encima del bien personal en rasgos generales. Es el momento de elegir y ser elegidos para hacer de Argentina, Colombia, Perú, Venezuela, Chile, entre otros, un lugar mejor donde el futuro no se vea tan oscuro y haya más oportunidades para todos.
#DESPIERTACOLOMBIA
Generando consciencia tendremos nuestra verdadera revolución.
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