Tal como demuestran las jóvenes universidades —Valle, UIS, Andes o ICESI— no automáticamente la calidad de las instituciones educativas se acentúa con los años, como sucede con vinos y licores añejos.
Los escándalos que han sacudido recientemente a la universidad del Cauca relacionados con trampas para obtener títulos por parte de estudiantes de derecho y de otras facultades, además de graves irregularidades denunciadas anónimamente en el proceso de selección de nuevos docentes para las facultades de economía, educación, ciencias humanas y sociales y electrónica, son indicadores de la crítica situación ética y de pérdida de valores por la que pasa la enferma sociedad colombiana carcomida por el cáncer del “todo vale” para forjar una carrera pública en materias tan delicadas como el derecho, cuyos conocimientos buscan aprender para enriquecerse rápidamente aprendiendo a “robar con todas las de la ley”, situación que desgraciadamente también permea todas las instituciones, incluida la casi bicentenaria alma mater, actualmente con modesta acreditación y posición en el ranking de universidades públicas del país, y que se enorgullece de haber graduado al mayor número de expresidentes, cuando en el siglo XIX y albores del XX, Popayán y el Cauca fueron importantes centros económicos, del pensamiento y las leyes que rigieron el destino del país.
Desde mediados de los 70 del siglo pasado, para el ingreso a facultades como medicina, sus directivos ya habían establecido un reglamento que permitía matricular a hijos de profesores y médicos de la universidad con un puntaje menor que el exigido al resto de estudiantes calificados según las pruebas del Icfes, y en los corrillos que se arman en el Parque Caldas aún circulan rumores sobre millonarios peajes que algunos funcionarios de la institución cobran para facilitar ingreso a carreras de gran demanda.
Sin duda que la acendrada tradición clientelista y politiquera ha influido para que la universidad haya sido botín de núcleos sociales y dirigentes de diversos partidos que se han turnado en su control para acomodar en cargos administrativos y docentes a fichas de su clientela, y que dependencias claves hayan caído en manos de asociaciones para delinquir de funcionarios con acceso a centros informáticos donde registran calificaciones y los exámenes, para alterarlas o vender las preguntas al mejor postor… todo esto en menoscabo de la rigurosidad exigida a instituciones de primer nivel.
Pero estos tropiezos son solucionables y para los que resulten culpables deberán caer sanciones ejemplares: académicas, penales y sociales, tal como lo manifestó el actual rector José Luis Diago, quien no ha ocultado las irregularidades y además de la investigación interna abrió las puertas a la Fiscalía para que profundice en el desentrañamiento de los entuertos afectando la imagen de la principal institución de educación del departamento, que con dificultades presupuestales y planteadas por nuevos retos se abre paso frente los contemporáneos desafíos humanísticos, académicos y científicos, después de décadas de encierro en los claustros de Popayán, confinada a pocas y tradicionales carreras que por sustracción de materia gris, gracias a la implacable acción de la huesuda y a mejores ofertas de otras universidades a los mejores docentes, perdieron su calidad y brillo de antaño.
Sin embargo, a pesar de las dificultades presupuestales y errores cometidos por anteriores directivos, en años recientes Unicauca, ha dado pasos importantes para ponerse a tono con necesidades y nuevos programas educativos que requiere el país, la región y el departamento, incluidos municipios como Santander de Quilichao, El Patía y Guapi, donde han establecido sedes regionales para abrir sus puertas a miles de jóvenes que no tenían acceso a la educación superior y desde el terreno, profundizar en el conocimiento académico, científico y técnico de la variada geografía caucana, regional y nacional y de los diversos pueblos, etnias y culturas que se amalgaman en sus vastos territorios aún por estudiar e integrar a lo que pomposamente llamamos “Estado Nación”, y que por falta de presencia del Estado, continúan sometidos por grupos armados disputándose sus ricos recursos, a pesar de la desmovilización de la mayoría de guerrilleros de las Farc, que pese a los tropiezos permanecen en sus campamentos y procesos de reinserción, contando con la colaboración y asesoría académica, técnica y jurídica de profesores y estudiantes de la universidad del Cauca.
También jóvenes docentes y estudiantes de diferentes áreas como la salud, electrónica, telemática y ciencias agropecuarias adelantan investigaciones destacadas y reconocidas nacional e internacionalmente, sin olvidar la función que desarrollan los vinculados a las ciencias humanas y sociales, la producción literaria y el fortalecimiento del sello editorial de la universidad.
Sin duda que todo proceso de crecimiento genera traumas y así le acontece a la universidad que después del terremoto reconstruyó, amplió y modernizó sus instalaciones en Popayán, además abrió nuevos programas de pre, posgrado, especializaciones y doctorados, incrementando su número de estudiantes de cerca de 4000 aproximadamente a 15.000 en la actualidad.
Ahora, el crecimiento debe enfocarse a reforzar su vinculación con entidades del Estado, fundaciones y empresas privadas dispuestas a cooperar y universidades del país y el exterior para obtener mayor financiación e interacción con innovadores programas y proyectos académicos y de investigación en las diferentes áreas del conocimiento a la par de reforzar controles a la vinculación de personal administrativo, docente y estudiantil, buscando calidad, formación ética y humanística de sus estudiantes.
También integrándose a instituciones educativas del departamento, desde el preescolar, primaria y bachillerato, pues sin bases firmes y con estudiantes que no entienden lo que leen, son incapaces de redactar una idea coherente y no saben aprovechar creativamente las valiosas herramientas que brinda el internet para fortalecer sus conocimientos y habilidades técnicas, es poco lo que puede esperarse desde lo académico, científico, práctica profesional y correcto comportamiento ético y social.