¿Podrá Petro conectar su agenda de cambio con los tiempos políticos?

¿Podrá Petro conectar su agenda de cambio con los tiempos políticos?

El presidente electo pretende revolucionar el proceso de paz, la salud, las pensiones, en un tiempo récord. Ya vimos en el pasado, con Santos, que no es tan fácil

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julio 22, 2022
¿Podrá Petro conectar su agenda de cambio con los tiempos políticos?
Fotos: Archivo

Estamos a menos de un mes para que asuma el cargo el nuevo presidente de los colombianos. El CAMBIO fue el lema de su campaña que lo llevó al poder, con una muy ambiciosa agenda que toca temas estructurales en sectores como el petróleo, la salud, las pensiones, los impuestos, las relaciones internacionales, un posible acuerdo con el ELN, y otros temas que seguramente se destaparán durante la elaboración del Plan de Desarrollo.

Dado el impacto y el alcance de la agenda que pretende ejecutar Petro, en “solo cuatro años” si le creemos que no aspira a eternizarse en el poder, se han generado en sus seguidores unas expectativas muy altas, como también una gran desconfianza en quienes no votamos por él. El cumplir con sus promesas de campaña va a depender del manejo político que pretende montar con su propuesta del Acuerdo Nacional, pero aún más importante, de la capacidad de gestión institucional que van a estar a cargo de las personas afectas al nuevo régimen.

Dado el comentario anterior, la pregunta que me ha rondado en estos días tiene que ver con los retos que va a enfrentar este gobierno, para lograr cambiar a un país tan complejo como el nuestro en un periodo que en la práctica es muy corto. Los tiempos políticos muy posiblemente no van a coincidir con los tiempos requeridos por la agenda de cambios propuesta por Petro. Su capacidad de gestión se va a poner a prueba como nunca y la tentación para quedarse va a ser muy grande.

Lo anterior me llevó a recordar los retos que enfrentó Santos tratando de implementar el proceso de negociación con las Farc. Una agenda mucho más focalizada, pero igualmente compleja, sobre la que escribí extensamente durante los ocho años de su gobierno. Hoy veo que a Petro, en un entorno igualmente dividido de país, y desde un gobierno de izquierda por primera vez, va a enfrentar unos retos similares pero pisando muchos más cayos y en más frentes a la vez.

En 2016, cuando Santos ya llevaba la mitad de su segundo mandato, yo escribí lo siguiente

La lección que nos deja el proceso para llegar a unos acuerdos con las Farc es que estos toman mucho más tiempo de lo previsto, y necesitarán aún más para su implementación. Sin embargo, los tiempos políticos de los periodos presidenciales, eliminada la posibilidad de la reelección, no están alineados con esta realidad.

Tal vez la gente no se da cuenta de lo que implica tener solo cuatro años de un periodo presidencial para lograr los cambios que la sociedad necesita, y que hoy está definido en nuestra constitución. Mientras se asienta la persona en su cargo, entiende lo que le entregaron, y define lo que va lograr, pasan entre seis a doce meses. Y al final de su periodo, en los últimos seis a ocho meses, la capacidad de gestión se ve muy limitada. Los cuatro años legales, son en la práctica solo dos años y medio para ejecutar un plan de gobierno.

Ahora pregunto: ¿es creíble que solo en un periodo tan corto se puedan desarrollar e implementar las transformaciones de envergadura en una sociedad como la nuestra, como los que nos esperan en el post conflicto?

Los tiempos de nuestra democracia generan varios problemas. No hay sostenibilidad de las apuestas hacia adelante. Y esto es más grave aún cuando no existe una visión compartida por la sociedad y liderada por los dirigentes políticos de turno. Por otro lado, la rotación en cargos críticos de responsabilidad es muy alta. Como consecuencia, existe una gran dificultad para sostener políticas en el largo plazo. Y más grave aún, cuando por principio lo que dejó el antecesor no sirve.

Como resultado, cada cuatro años nos reinventamos la rueda; las experiencias anteriores y las lecciones aprendidas no se usa para construir sobre ellas; la atención de la gente está condicionada por las agendas de corto plazo. No se entiende que una agenda de cambio importante toma tiempo consolidar.

Las consecuencias de esta dinámica política son funestas, porque están asociadas a tiempos que están desfasados con los que se requieren para desarrollar e implementar políticas de largo aliento. Cuando esta dinámica se rompe, se logran unos resultados que son muy distintos. El ejemplo fue el acuerdo de paz que tomó 16 años para lograrlo incluyendo “el articulito” que permitió la seguridad democrática de Uribe, y la negociación de Santos con las Farc.

Pero como estamos tan enfocados en solo ver lo malo de nuestro entorno, y no reconocemos nuestros logros para aprender de ellos, estas realidades no se ven ni se aprecian en su justo valor. Y como no la hacemos, no las defendemos, y aceptamos cambios sin medir las consecuencias.

Procesos como lograr la Paz son por definición, unas apuestas de largo plazo que requieren continuidad de políticas y apoyarse en los logros pasados, si no queremos frustrar las expectativas y sembrar las semillas de nuevos conflictos.

Pero resulta que ya no hay reelección, y por lo tanto, volveremos a tener un desfase entre los tiempos políticos y los tiempos de cambio. La eliminación de la reelección, se basó en sus aspectos negativos, pero no se mencionaron los puntos positivos cuando se trata de afianzar las bases de los cambios propuestos. El ejemplo de Santos, después de seis años, demuestra la validez de esta afirmación.

Este proceso muestra las dificultades para afianzar cambios estructurales en una sociedad como la nuestra. Este va a ser un tema de especial relevancia para el post conflicto, dada la debilidad institucional que tenemos. Definitivamente, no es el mejor panorama para lo que se nos viene, especialmente si es elegido un gobierno contrario con el proceso. (Este comentario fue premonitorio con la llegada de Duque al poder)

En este caso del acuerdo con las Farc, hay una lección muy importante para lo que pretende Petro con su agenda de cambio. El tiempo y la capacidad de gestión del Estado han sido factores limitantes muy importantes para implementar exitosamente una decisión política muy polémica que dividió al país en dos.

Han sido 20 años buscando la paz y el proceso ha tomado mucho más tiempo de lo esperado. Ocho años de Uribe para aumentar la capacidad militar, ocho años de Santos para firmar un acuerdo y cuatro años de Duque para su implementación que quedó muy incompleta. Y a pesar de todo, la violencia sigue imperando en muchas partes de este país donde el Estado sigue ausente.

Pienso que las reflexiones anteriores siguen siendo muy válidas hoy en día, no solo porque Petro pretende profundizar el proceso de paz, sino porque quiere también abrir una negociación con el ELN, cuyas dificultades son ampliamente conocidas. Pero, además, porque en este periodo se pretenden otros cambios de gran envergadura: incrementar significativamente los impuestos, revolucionar la salud, las pensiones, y la industria energética, todos temas de un inmenso impacto para la sociedad colombiana

Es una agenda de cambios que muy posiblemente va a generar mucha resistencia. Va a requerir de una capacidad sobresaliente de liderazgo de parte de Petro y su equipo de gobierno, porque implica construir muchos puentes y respetar la diferencia. Pero, además, va a necesitar de una gran capacidad de gestión institucional del Estado.

Hasta ahora Petro ha demostrado una extraordinaria habilidad para dividir y agitar la confrontación de clases sociales. También una incapacidad de gestión muy grande cuando fue alcalde de Bogotá, de donde salió con el 68 % de desfavorabilidad. Demostrar lo contrario para implementar su agenda ya requeriría un inmenso cambio de su parte, pero que es absolutamente necesario si quiere tener la credibilidad que le permita mover las propuestas hechas durante su campaña.

Termino este blog con otra reflexión que hiciera hace seis años y cuya vigencia se mantiene.

Cuando se buscan unos acuerdos que pretenden tener efectos de largo plazo, porque proponen introducir cambios significativos en una sociedad como la nuestra, hay que tener muy presente el nivel de incertidumbre que se genera, y un sentido realista de los resultados que se pueden conseguir. El reto es lograr que los tiempos políticos coincidan con los tiempos de cambio sin destruir la institucionalidad.

Y como siempre pasa en estas circunstancias, también hay que tener en cuenta los efectos no esperados, que nos pueden sorprender, porque se busca intervenir un sistema complejo, donde hay una gran resistencia al cambio y no hay una visión común.

PD: las reflexiones expuestas en este blog estoy seguro que Petro y sus amigos las han debido hacer. Por lo tanto, no descartó que dado su carácter autoritario y tendencias populistas, decida pasarse por la faja su promesa de no buscar un cambio constitucional para hacerse reelegir, como lo hicieron Chávez, Correa y Evo Morales.

Lamentablemente en todos esos casos los resultados para sus países fueron desastrosos. Y esa es la paradoja: se necesita más tiempo para lograr cambios estructurales, y sin embargo, el tenerlo no garantiza los resultados porque no ha habido el liderazgo requerido ni las capacidades de gestión institucional.

 

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