Bajo el lema El poder de la gente, el poder constituyente, nos dimos cita más de 400 delegados de toda la geografía colombiana, hombres, mujeres, indígenas, afrodescendientes y jóvenes que sin importar la distancia recorrieron cientos de kilómetros para llegar a Bogotá a seguir gestando los sueños, que desde hace ya varios años emprendimos para crear un nuevo movimiento que permita construir los cimientos de una Colombia más justa, incluyente y posible para las actuales y futuras generaciones. Durante los días 4, 5 y 6 de diciembre tuvimos la oportunidad de aprehender y compartir con políticos de varias tendencias progresistas y demócratas y dar una vasta mirada por nuestra cultura y nuestras raíces al deleitarnos con música y poesía de esta tierra.
El congreso inició con una sentida semblanza al poeta cartagenero Jorge Artel o Agapito de Arcos; su hijo nos contó de la inmensa alegría que lo caracterizaba y de la honda tristeza que reflejaban sus poemas al memorar a los bogas y a las negras que al son de tambores hacían su propia catarsis de los dolores que dejó el despojo, el maltrato y el cansancio de la esclavitud. La cultura, como un lugar común en la política fue protagónica todo el congreso, no fue un adorno más, sino parte fundamental del reencuentro de una esperanza llamada Colombia; nos acompañaron guitarras, gaitas, tambores que hicieron de la alegría nuestra más sentida bandera.
Al mismo tiempo reflexionamos sobre nuestro papel en el actual proceso de paz. Para ello contamos con la presencia de congresistas y amigos que con su experiencia compartieron con nosotros sus sentires sobre la paz, también estuvo el fiscal Montealegre, quien con su sapiencia en derecho nos explicó muy bien sobre el delito político y sus implicaciones en la participación política de los alzados en armas. Los tres paneles de paz que se realizaron, ratificaron nuestro compromiso de seguir insistiendo en la solución política del conflicto, el apoyo al actual proceso de paz y nuestro interés en que el ELN y el gobierno se sienten a dialogar.
Como Poder Ciudadano haremos parte de los hacedores de un nuevo pacto político legislado por todas y todos que permita materializar el fin del conflicto y erigir otras bases sobre las cuales repose una nueva patria. Una nueva patria que crea en todos los ciudadanos, que reconozca sus derechos fundamentales y que en cada rincón de la profunda Colombia no haya hambre, desidia e injusticias.
Nuestro congreso es el comienzo de un arduo camino hacia la reconciliación y hacia el buen vivir de la gente. Proclamamos el derecho a soñar y a sentir que sí es posible la construcción de un país mejor y más digno para los colombianos. Queremos ser un movimiento para la gente, por eso admitimos a los flacos, a los gordos, a los pobres y a los ricos, a los feos y bellos, a los del sur y del norte; en fin, a todas y todos quienes sientan que aún es posible soñar y hacer realidad “lo imposible”.
Seguiremos convocando a las mujeres, a los afros, indígenas, diversidades sexuales, estudiantes, intelectuales, amas de casa, desempleados, campesinos, trabajadores de la cultura, a toda esta amalgama de colores y anhelos, a todo este caleidoscopio de dignidades que se deberá unir para construir otra Colombia donde las generaciones presentes y futuras podrán vivir en paz.