Ver a Dinko Manute vocalista de la agrupación ‘Rancho Aparte’, abanderado de las protestas y como un personaje icónico del paro cívico en el Chocó durante el pasado mes de mayo no es un hecho menor, no solo por lo que representa como embajador de la música de este departamento y como combativo activista por la reivindicación de la lucha de los derechos de las comunidades, sino porque este poderoso canal de comunicación ha servido como un elemento crítico que históricamente ha ayudado a despertar a las poblaciones más marginadas del Pacífico, en donde además, se ve representada el acervo cultural y las manifestaciones más puras del descontento generalizado y, a la vez, de la generación de orgullo del pueblo negro del litoral.
Tampoco es gratis que agrupaciones y artistas como Choquibtown, Junior Jein, Alexis Play, Rancho Aparte, Herencia de Timbiquí, entre otros destacados virtuosos de la nueva ola de la música de esta región, dediquen parte de sus letras a las problemáticas que han acompañado a esta región desde hace décadas. Temas como el racismo, la exclusión, la ruralidad y el territorio como motores de conflicto, el desplazamiento, la violencia, el abandono sistemático de la región y muchos otros tópicos, que despiertan esa sed de batallar por la indiferencia de un estado que le ha dado la espalada. La música ha sido un catalizador para que los jóvenes de la toda esta zona despierten y se aunaran a las causas sociales que afectan casi que de forma similar a toda la región, con algunos factores diferenciales. Este puede ser uno de los grandes aportes de este nuevo momento de la música afrocolombiana.
Desde el punto de vista sociológico, Pierre Bourdieu y Karl Marx coinciden en que la sociedad está estructurada en clases y que las relaciones entre dichas clases son de luchas y conflictos, que se traduce en descontentos, ya sean de un sector o generalizados en una sociedad. Bajo ese principio, la música juega un papel determinante para comprender que no es casual lo que sucede en el territorio, pues han convertido en un nuevo escenario donde el poder de mover a las masas y garantizar la pervivencia del sentimiento de insatisfacción.
Sin duda, es el momento que los músicos del pacífico tomen cartas en el asunto, aprovechen este potencial tan importante que tienen y logren seguir aportando no solo a la lucha del Pacífico, sino a la unidad de los pueblos, pues si hay una vertiente musical que sirva de validadora del proceso de lucha muchos sectores más tendrán que adherirse a este nuevo movimiento que nace desde uno de los capitales más importantes con los que la región cuenta, como son las expresiones culturales. De ahí puede gestar un nuevo momento de revolución en el pacífico, pues a diferencia de otros sectores como la política, las organizaciones de base, entre otros movimientos, cuentan con la aceptación de algunos sectores, contrario a los artistas quienes no solo son un modelo a seguir de muchos, sino como un gremio poco contaminado por la corrupción y las malas decisiones.