Se ha dicho que el poder es el mejor afrodisiaco. Para algunos, los más románticos, esto es difícil de creer.
Difícil porque para nosotros, la atracción está basada principalmente en una serie de sentimientos y de emociones.
Otros le dan más valor a la admiración, la inspiración o a la química.
Sin embargo el poder, definido como “la capacidad o la habilidad de dirigir o influenciar el comportamiento de otros o el curso de los eventos”, parecería, a veces, eclipsar los más nobles y altruistas sentimientos en cualquier intercambio humano.
La historia nos ha dado varios ejemplos. Presidentes, líderes y famosos políticos que borrachos de poder perdieron la cabeza y que en el camino se llevaron por delante a hombres y mujeres que los siguieron hasta el fin perdiendo sus propios ideales y valores.
Pero nada como la más reciente historia sobre Mohandas Karamchand Gandhi.
Resulta que al parecer, este gran personaje de la historia desarrolló algunos hábitos sexuales no muy convencionales que involucraron niños y niñas adolescentes en pos de la espiritualidad y la pureza del alma.
Los detalles no se revelaron sino hasta el final de los días del llamado “padre de la nación” en la India porque quisieron, siempre, proteger esta honorable figura mundial.
En algunos casos, dicen, se trataba de familiares –sobrinas y sobrinos– que se acostaban con Gandhi desnudos con la idea de “purificar su alma y la de su ídolo”.
Gandhi tenía toda una teoría sobre la castidad
que involucraba compañeros y compañeras de sueño.
El ingrediente de estos encuentros era la desnudez y el control de los instintos
Lo increíble es que, al parecer, y según el artículo que encontré publicado en The Independent escrito por su biógrafo Jad Adams, Gandhi tenía toda una teoría sobre la castidad que involucraba estas rutinas en las que se escogían compañeros y compañeras de sueño.
El ingrediente central de estos encuentros era la desnudez del cuerpo y el control de los instintos.
Y no solo los jóvenes que se prestaban para dichas tareas creían solemnemente en sus palabras. Varios de sus seguidores caían con facilidad en estas explicaciones que defendían las raras prácticas sexuales del líder disfrazadas de argumentos sobre cómo convertirse en un mejor ser humano.
El artículo describe algunos detalles de la teoría del líder y cuenta que la castidad era una de sus debilidades más grandes. Por eso, dice, desarrolló toda una serie de prácticas que separaban a hombres y mujeres, y que obligaban a sus seguidores a reprimir sus deseos sexuales, incluso cuando estos ya estaban casados. O que le daban poderes casi mágicos al semen, asegurando que controlar las eyaculaciones podía empoderar con habilidades supranaturales a los hombres.
El poder de Gandhi, alcanzado a punta de estudio, dedicación y persistencia era innegable. Sus seguidores lo sabían y por eso, tal vez cayeron en la trampa que viene con el poder.
El mismo disfrazó sus miedos o tal vez sus pasiones más bajas de teorías existenciales que le daban respuestas a sus inseguridades más fuertes.
De cualquier manera Gandhi, no pasa a la historia como un inseguro a nivel sexual. Pasa a la historia como un gran ser humano. Imperfecto y apasionado.
Pasa a la historia como otro más al que hay que admirar, no por lo que fue, sino por lo que nos hizo sentir y por lo que trató de ser.