En los ochenta las cosas eran completamente diferentes, no existía nada como Dejémonos de vainas. Hagamos composición de lugar. Hace 40 años no había televisión internacional. Mejor dicho, sólo unos cuantos ricos y un puñado de mafiosos podían pagar por tener 16 canales internacionales de porquería. Entonces sólo existían dos canales. Tres si estabas en Bogotá, pero el resto del país tocaba era sólo dos canales, dos miserables canales. Entonces el rating era una locura, eran cuarenta, cincuenta puntos lo que hacía Dejémonos de vainas, esa joya del humor creada por Daniel Samper Pizano en donde retrataba las peripecias de un padre de una familia de clase media alta. Eran Victor Hugo Morant, Paula Peña, Marú Yamayuza y una lista interminables de monstruos de la actuación.
Pero, aunque no siempre se aplique eso de que “todo tiempo pasado fue mejor” a RCN, en su desesperación, le dio por hacer un remake de la serie que titularon Dejémonos de Vargas, dizque para hacerle pelea a el Desafio de Caracol.
Vapuleado, humillado, entristecido, destrozado, así se ve la comparación del rating entre uno y otro según Carlos Ochoa, el paisa que más sabe de televisión en este país: