Bañistas atropellados por lanchas en plena playa, restaurantes que cobran pollo como si fuera caviar, masajistas y peinadoras que —si no las contratas— te putean e intimidan con su prole. Welcome to Cartagena.
Así, más o menos, es la experiencia de quienes visitan Cholón y Playa Blanca, dos playas emblemáticas que retratan la anarquía turística en que está sumida Cartagena de Indias.
Y digo "emblemáticas", ya que dejaron de ser la tierra prometida de muchos viajeros que buscaban "sol y playa" para convertirse en un foco de inseguridad, caos y desgreño municipal.
Son problemas sin resolver durante décadas, con playas infestadas de estiércol, policías que no aparecen cuando se necesitan y reglamentación inexistente, especialmente para regular la capacidad de carga y proteger al medio ambiente.
Da vergüenza ver a Playa Blanca convertida en un hormiguero humano y a sus vías de acceso totalmente colapsadas. La maniobra de haberla cerrado el pasado 5 de enero por sobrepasar la capacidad máxima fue apenas un pañito de agua tibia.
Hoy la Procuraduría Provincial de Cartagena solicitó al nuevo alcalde Jorge Dau Chamat suspender las actividades recreativas y la explotación comercial en ambos lugares.
Aunque Dau no está obligado a acatar esta solicitud —ya que se trata de una acción preventiva—, sería lo menos que podría hacer. El alcalde y en especial la Secretaría del Interior y Convivencia Ciudadana, al igual que el Instituto de Turismo (Indetur), deben emprender acciones serias para garantizar las condiciones de uso de las playas, regularizar las actividades a su alrededor.
No se trata solo de señalizar los espacios o de poner más policía. Hay que establecer un plan estratégico de ordenamiento a largo plazo en donde prime el uso público y la conservación de los recursos naturales.
También debería crearse una entidad para la vigilancia y control de las playas que además concientice a los restauranteros, a los propietarios de terrenos colindantes y ponga en cintura a los turoperadores y agencias que se lucran con el turismo.
Causa risa que el presidente Iván Duque se refiera a la industria turística como el "nuevo petróleo", todo lo contrario. Nos estamos dando un tiro en el pie al ofrecer a Cartagena de Indias como un destino seguro, limpio y controlado, cosa totalmente alejada de la realidad. ¿Cuál nuevo petróleo?