Las plataformas digitales son aquellas que, por medio de la internet, permiten la ejecución de varias aplicaciones o programas para satisfacer cierto tipo de necesidades. Existen diversos tipos de plataformas como educativas, sociales y las de comercio electrónico, que tienen una amplia red de productos y servicios al alcance de una gran cantidad de usuarios.
Dentro de este último grupo, se encuentran las plataformas digitales que se especializan en el transporte, la entrega de domicilios y mensajería, tal es el caso de Uber, Rappi, iFood, Domicilios.com, Picap, Mensajeros Urbanos, entre otras, las cuales funciona bajo el concepto de plataformas delivery, concepto que se da en el mercado financiero a la transferencia y/o al transporte de algo o alguien.
Ahora, bajo la pandemia del COVID-19, el crecimiento de usuarios de estas plataformas se incrementó, especialmente en la época del confinamiento, haciendo que Rappi, Domicilios.com, iFood, Uber eats y Merqueo encabezaran los listados de las plataformas delivery más utilizadas por colombianos y colombianas. Ante el incremento de usuarios, tuvieron que hacer ajustes a sus plataformas y “vincular” más repartidores para poder cumplir la demanda.
Es por esto que, en medio de la pandemia, mientras se dio la suspensión de contratos de trabajo, los despidos y el cierre de pequeñas y medianas empresas, muchas personas han optado por trabajar como repartidores en estas plataformas, las cuales hacen creer el cuento que quienes trabajan allí gozan de cierta libertad, manejan su propio tiempo y son socios y/o colaboradores. Pero lo que se esconde detrás de estos sofismas es otra realidad.
Bajo la lógica del “autoempleo”, la realidad es la ausencia de los derechos laborales de las personas que trabajan bajo esta modalidad. Comenzando porque los dueños de las plataformas digitales niegan el vínculo laboral que existe entre ellas y los trabajadores, no hay un contrato de trabajo y no hay pago de prestaciones sociales, como tampoco hay aseguradora de riesgos laborales y mucho menos estabilidad laboral. En conclusión, son trabajadores informales y precarizados, aunque Fedesarrollo manifieste lo contrario y diga que las plataformas delivery no son sinónimo de precarización y trabajar así “genera una gran oportunidad para mejorar los ingresos”.
Los repartidores, o más bien trabajadores de plataformas delivery, no cuentan con un sitio donde puedan ir al baño, almorzar o cenar, cargar su teléfono celular o guardar sus pertenencias, tampoco cuentan con dotación y menos con un auxilio en caso de averiarse su bicicleta o moto, además deben comprar sus propios implementos de trabajo. Su trabajo se desarrolla bajo la inclemencia del clima y las ganancias dependen de la hora, la fecha y las circunstancias. También son víctimas de la delincuencia común, de los accidentes de tránsito y de las agresiones por parte de otros conductores e inclusive, de los mismos clientes. Las mujeres repartidoras también son agredidas y acosadas sexualmente, y la impunidad es latente.
Otro elemento que llama la atención en esta modalidad de trabajo y que se da también en otros, es que las y los repartidores, son llamados colaboradores y/o socios, con lo cual se pretende desconocer la relación laboral existente, la lógica de poder entre el trabajador y el empleador, que, en este caso, es el dueño de la plataforma, las contradicciones entre clases, entre otros elementos. Ser colaborador, indica que de manera voluntaria aportas para cumplir objetivos comunes entre pares, en igualdad de condiciones y sin contra prestación alguna. En últimas, se aprovechan del poder del lenguaje para desnaturalizar la perdida de derechos y la vulneración de los mismos contra la clase trabajadora.
Esta realidad ha llevado a que en múltiples ocasiones, trabajadores y trabajadoras de estas plataformas alrededor del mundo se organicen y luchen por mejores condiciones laborales. Hoy existe el Comité Internacional Unidos World Accion, que cuenta con presencia de varios países, entre ellos, Brasil, México, Argentina, Chile, España y Colombia, en donde se analiza la situación laboral, el factor común entre los países y las acciones de movilización para mejorar las condiciones laborales actuales.
En el caso colombiano, ya se cuenta con un sindicato, llamado UNIDAPP, afiliado a la CUT y busca llegar a los trabajadores y trabajadoras de plataformas a través de una aplicación, facilitando el proceso de sindicalización, asesoría y acompañamiento. Esta organización en la actualidad cuenta con más de 1000 personas afiliadas, hacen acompañamiento jurídico, capacitan a sus afiliados y luchan por condiciones laborales dignas para las y los repartidores. Vienen realizando un importante trabajo, conformando filiales en todas las ciudades del país, visitando los puntos de encuentro de los trabajadores, a las afueras de los centros comerciales, y, sobre todo, incentivando a perder el miedo y a que participen en los escenarios de protesta y movilización. Esto no ha sido un proceso fácil, pues las plataformas disminuyen en número o el valor de las órdenes que pueden tomar los repartidores, los suspenden, bloquean o rechazan a los trabajadores cuando participan en las acciones de protesta, limitando el derecho de asociación y sindicalización. Frente a esta situación el Ministerio de Trabajo guarda silencio, tal y como sucede con muchas empresas del país, al permitir con su silencio que se vulneren los derechos constitucionales.
Ahora bien, es importante mencionar que el Plan Nacional de Desarrollo, Ley 1955 de 2019, en su artículo 205, da la obligatoriedad para caracterizar las condiciones de prestación de servicio y las modalidades de protección y seguridad social que se puedan generar del uso de estas aplicaciones y plataformas. Pero esto no se ha efectuado, como tampoco han avanzado los cuatro proyectos de ley que cursan en el Congreso de la República que buscan “mejorar” las condiciones laborales de los trabajadores allí. Cabe mencionar que ninguna de estas iniciativas cuenta con la opinión de las y los trabajadores y menos de la organización sindical.
Para finalizar, es innegable el hecho que los dueños de las plataformas digitales tipo delivery, se quedan con grandes ganancias a costa no solo de la fuerza de trabajo, sino también de la vida, la salud y la seguridad de las y los trabajadores. También es importante insistir que las y los repartidores, son trabajadores y trabajadoras, que entregan su fuerza de trabajo a una plataforma que si bien está codificada, controla y vigila el número de pedidos y la cantidad de entregas realizadas y canceladas, el tiempo que está “en línea”, las calificaciones de los clientes, entre otros elementos. Del mismo modo, si bien cada quien “es libre de manejar su propio tiempo”, deben estar siempre disponibles o conectados y deben trabajar entre 8 y 12 horas diarias para tener lo básico en una jornada laboral. Estamos en pleno furor de la era de la digitalización o economía digital y esto obliga a que la concepción de la industria se renueve, pero es innegable que este proceso se pueda hacer sin la fuerza de trabajo de hombres y mujeres. Es por eso indispensable, potenciar la organización de la clase trabajadora en estos sectores, acordes a las realidades del mundo del trabajo de hoy y más en tiempos pandémicos que obliga a pensarnos otra forma de hacer sindicalismo y luchar. Ese es otro cuento, que en unas próximas líneas les contaré.