Existen dos productos maravillosos, sin los cuales ninguna sociedad contemporánea podría vivir. A mi modo de ver, estos dos productos nunca deben faltar en ningún restaurante, bar, café o burdel que se respete, y deben estar siempre disponibles para su uso simultáneo. Me refiero al pitillo (pajilla, pajita, popote, sorbete) y al agua en botella plástica.
Los seudoambientalistas insisten en que los pitillos plásticos y las botellas plásticas son absolutamente innecesarios, redundantes y ridículos en nuestras ciudades. Dicen ellos que supuestamente podríamos vivir cómodamente aún sin usar estos dos productos vitales; yo por el contrario, creo que nuestra sociedad colapsaría. Veamos algunos puntos:
- Científicos estadounidenses y japoneses han confirmado la existencia de “La Sopa de Plástico” (también conocida con el alias de “La Gran Mancha de Basura del Pacífico”). Esta isla es casi tan grande como dos veces el estado de Texas; o sea casi igual a la extensión total de la superficie de Colombia. Allí, supuestamente llegan todo tipo de desechos plásticos que no logran degradarse ni reciclarse, y terminan acabando con vidas marinas.
Foto: Ray Boland, NOAA.
- Hay un componente comúnmente encontrado en los envases plásticos llamado el BPA (Bisfenol A). Algunos estudios han comprobado que la exposición humana ante este químico incrementa la presión sanguínea, y que podría exponer a los niños no nacidos a riesgo de cáncer de mama.
- A veces, se encuentran bacterias fecales en el agua embotellada que compramos en este país.
- Aunque se consumen en números exorbitantes en todo el mundo, los pitillos son pequeños y difíciles de reciclar, tanto así que muchas veces no son aceptados por las plantas que procesan reciclaje plástico.
- Si cayéramos en la trampa malévola de los seudoambientalistas, de comparar el precio del agua de la llave con el agua embotellada, nos daríamos cuenta que su precio promedio puede llegar a ser hasta mil veces superior al precio del agua de la llave, aun cuando frecuentemente esas mismas botellas se llenan con una porción de agua de la llave.
Mis respuestas:
- Obviamente —no soy un desalmado— lo siento mucho por las vidas marinas que estamos intoxicando con nuestra adicción al plástico de un solo uso; lo siento mucho por las huertas, quebradas, ríos y playas atestados de basura que nunca se reciclará, ¿pero quién me asegura a mí que si yo dejo de consumir pitillos y botellas plásticas durante cada una de mis comidas, otras personas también van a disminuir su consumo? Matilda sola, cargando su propio termo para llenarlo de agua a donde quiera que va, no podrá cambiar el mundo.
- De acuerdo, puede que sea peligroso y ridículo tragar agua que ha sido traída desde lugares lejanos, sin conocer las condiciones de empaque, almacenaje y transporte, pero nadie puede negar que las jóvenes de hoy día se ven mucho más lindas sorbiendo agua directamente de una botella plástica, coquetamente decorada con una etiqueta que evoca a la naturaleza, a través de una tierna pajilla de plástico que aprieta con sus labios, que bebiendo agua de la llave en un burdo vaso de vidrio transparente, como hacían antes de que llegara el “progreso” a nuestro país.
¡Sigan usando pitillos, pajillas, popotes y botellas plásticas amigos! No le presten atención a los seudoambientalistas.
