Los habitantes de la vereda Higabra, en Buriticá, llevan seis días en un plantón pacífico exigiendo derecho al territorio y a una vida digna, el cual consideran ha sido vulnerado por el proyecto minero de la Zijin Contienental Gold debido a sus impactos negativos. Adicionalmente, con los incumplimientos de la compañía la gente decidió que no se ve coexistiendo con la empresa, ya que a la comunidad solo la dividen dos metros del proyecto.
Por fuerza mayor, algunos decidieron salir de la comunidad, pues ya no ven un futuro acá; las cosas son cada vez peores y no mejoran, relata uno de sus habitantes que prefiere contar los hechos bajo reserva por motivos de seguridad… Hicimos una propuesta de que la compañía compre los predios y la empresa no quiere aceptar. Dicen no estar obligados a comprar, pero contradictoriamente, la comunidad dice que está obligada a aguantar los impactos.
“En este momento los impactos ambientales son el ruido, el polvo y las vibraciones en nuestras casas. El tema de la contaminación por los químicos y los malos olores que genera la planta. En la tarde se sube una nube de humo con estos químicos y aparte de eso la comunidad no se puede mover libremente dentro de la vereda porque continuamente nos están exigiendo documentos y requisas”, cuenta este habitante.
A esto se suma que la compañía se encuentra evaluando la ampliación de la planta para extraer cobre y plata. Esto va a hacer que aumente más la contaminación. Con lo anteriormente señalado, si apenas empezaron en noviembre de 2020 y estamos así, ¿cómo será con esta ampliación? Por eso llevamos cinco días exigiendo tranquilidad nuevamente.
La comunidad está ubicada en un punto estratégico porque la carretera divide la vereda en dos, cruza caminos ancestrales de 200 años que tienen un código que los cobija, donde se comunican las dos zonas de la vereda. Dicen que es una vía privada, y aunque la compañía aseguró que iba a ser compartida para la comunidad y para ellos, hay un acuerdo de uso de manual que los habitantes aseguran que la empresa incumplió. Debido a tantos engaños y mentiras la gente se cansó y no se ve aquí en un futuro.
“Ellos acabaron con nuestras costumbres y tradiciones, nos cambiaron la vida para mal. Familias que llevan generaciones en la vereda. Va a ser difícil dejar la tierra y empezar de cero, sin saber qué va a pasar y a dónde iremos a parar. La gente está dispuesta a asumir esos retos porque no se ve coexistiendo con el proyecto. Hay 23 cabezas de familia que tomamos la decisión de no habitar más con esta empresa; quienes nos seguimos manifestando ante la empresa. Es como un matrimonio cuando se acaba, se acaba y la gente dice que no quiere y pase lo que pase se tienen que dividir”, cuenta un habitante de la vereda.
Los manifestantes aseveran que ellos (Zijin Contiennetal) argumentan que los estamos obligando, pero lo que nosotros estamos exigiendo es lo que nos corresponde, porque nos impusieron los impactos generados en nuestra vida cotidiana. ¿Por qué tenemos que seguir sufriendo sus consecuencias?, se preguntan. Aquí les abrimos las puertas y la gente vendió sus tierras para darle cabida al “progreso”, al cual ellos llaman desgracia porque les quitó la tranquilidad y les cambió la vida.
La tranquilidad se acabó porque aquí hay una sobrepoblación de contratistas. Aunque hay algunas familias que se benefician de la empresa porque tienen sus casas arrendadas a estos trabajadores, restaurantes que les venden la comida a estos contratistas, hay otras familias que no se benefician en nada, porque anteriormente esto era una zona donde había cafetales y caña; y ya no queda nada.
En este territorio cambió mucho el tema de seguridad porque entró también la minería informal y ya se ven casos de robo y de pedofilia. Antes había unión; esta empresa trajo progreso y mejoró la vía, pero a un precio muy alto porque se volvió más costosa la vida y restó a la tranquilidad.
La gente dice que no cree en la empresa porque van varias oportunidades en las que no han cumplido lo pactado, y cada vez es peor. Quieren evaluar las casas con un perito con el valor del mercado actual, y aunque los pobladores no se querían ir, se van ahora por los impactos del proyecto.
Aunque contactamos al jefe de prensa de esta multinacional, Jaime Román, para escuchar la versión de la empresa, nos manifestó que actualmente la compañía no se piensa manifestar sobre este asunto.
Mientras tanto, sus habitantes recuerdan que la gente anteriormente vivía de la caña, del café y de la minería ancestral, lavando su batea a orillas del río Cauca. Aquí no había minería; con el tiempo que se fue descubriendo esta zona minera, la gente le fue abriendo las puertas pensando en el beneficio, pero jamás se imaginaron que esto iba a cambiar sus vidas, porque ya agricultura no hay. Los cultivos no producen como antes y ni los árboles frutales dan frutas.