De tanto oír hablar a los abuelos, incluso a los papás, sobre los años aquellos en los que el Río Medellín no sólo era limpio y de aguas oxigenadas, sino navegable por pequeñas embarcaciones y plan familiar de pesca los fines de semana, quienes lo hemos conocido toda la vida, tal cual es hoy día: feo, maloliente, contaminado, sucio, hemos terminado por creer que sí era verdad semejante belleza. Además en los archivos gráficos de la ciudad existen fotos que dan testimonio de ello.
Desde entonces, desde el día en que el Río naufragó, todas las administraciones municipales, sin excepción, han querido recuperar su caudal y han creído que podían hacerlo. Muchas promesas, expectativas y esfuerzos. Y pocos resultados visibles.
Ahora sí parece que sí. Se espera que para el segundo semestre del 2015, se pueda inaugurar la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Bello, incluida, por fin, en el programa de inversión del 2010, a pesar de que los estudios de planeación, diseño y construcción de la misma se hubieran realizado desde 1955. Años después…
El caso es que dos máquinas alemanas gigantescas, acompañadas de un piquete de 300 hombres y de la imagen de Santa Bárbara, en representación de las mujeres, trabajan como topos en el subsuelo de Medellín, en profundidades que oscilan entre los 10 y los 20 metros, con el fin de construir los 7.7 kilómetros de túnel que inicia en el barrio Moravia y terminará en la Planta localizada en Bello.
La Planta tendrá una extensión de 45 hectáreas que darán cabida al Parque del Agua, los tanques, los edificios, los reactores y demás obras civiles.
El proyecto completo busca aumentar los niveles de oxígeno disuelto en las aguas del Río, por encima de 5 miligramos por litro, meta que contribuirá al saneamiento general del cauce, teniendo en cuenta que el nivel máximo de oxigenación es de 8 miligramos por litro, conseguido sólo en el nacimiento del manantial. A medida que la corriente fluye y se contamina, el oxígeno baja. El del Medellín, actualmente, es de 0. Apto para que los desechos sobrevivan como reyes.
Sumado a este proceso de saneamiento secundario -llamado así porque luego de pasar las aguas por filtros de distintos tamaños, someterán la contaminación subsistente a un contacto con bacterias aeróbicas que la transforman en agua, dióxido de carbono, energía y microorganismos- que purificará el Río en un 80 por ciento, la Planta tendrá un programa de recuperación de energía para su propio funcionamiento.
“Es una obra de ingeniería única en Colombia”, dicen expertos de EPM. Su costo ascenderá a 450 millones de dólares aproximadamente. Un ejemplo de lo que cuesta arreglar los daños que el ser humano infringe en su entorno. Lo importante es que el paciente vuelva a respirar.