Planadas y Villarrica, entre la estigmatización y el anhelo de paz

Planadas y Villarrica, entre la estigmatización y el anhelo de paz

Estos municipios del Tolima harán parte de las zonas de concentración de las FARC

Por: Juan Manuel Díaz
julio 07, 2016
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Planadas y Villarrica, entre la estigmatización y el anhelo de paz

Son 23 las zonas de concentración, en donde integrantes de las FARC permanecerán hasta la entrega de armas y su reincorporación a la vida civil, una vez se firme el acuerdo final con el gobierno colombiano. Entre los ocho departamentos que comprenden dichas zonas, tristemente se encuentra el Tolima. Y digo tristemente porque específicamente los municipios elegidos fueron Planadas y Villarrica, históricamente azotados por la violencia desde la época bipartidista en donde mataban a alguien por ser conservador, liberal o por sospecha.

Con el nacimiento de las FARC en Marquetalia, los planadunos fueron testigos de la barbarie de la guerra hasta hace muy poco, cuando se declaró un cese unilateral al fuego por parte de esa guerrilla como gesto de paz. Según la gente del pueblo, en Planadas se siente otro aire: la zozobra de antes ha cambiado y el anhelo de paz es grande. “Aquí la gente ya ni se muere” afirmó recientemente el sacerdote del pueblo Néstor Calderón a un periodista del diario ADN. Lo cierto es que a pesar de que la tranquilidad ha regresado al menos en el casco urbano, una gran mayoría de los habitantes de esta tierra caracterizada por ser gran productora de café, no está de acuerdo con que el Gobierno Nacional haya decidido incluirlos en la lista de las zonas de concentración guerrillera, aprobadas por el Congreso en el mes de marzo.

Recientemente, el gobernador del Tolima, Óscar Barreto, a pesar de su cercanía con el uribismo, ha decidido jugársela por apoyar la búsqueda de la paz y ha mostrado su rechazo a dicha decisión, ya que considera que no fue consultado, ni mucho menos tuvieron en cuenta la opinión de los habitantes de Planadas y Villarrica, quienes son los mayores afectados y quienes han sido víctimas directas de las FARC. Concuerdo con la postura del gobernador, pues solamente quienes han vivido el horror de la guerra saben lo que representa que algunos de sus victimarios ocupen siquiera un pedazo de la tierra del pueblo al que han matado y despojado durante años. Sin contar que no solo la guerrilla ha hecho presencia en la zona del sur del Tolima, también los paramilitares justamente para ganarles terreno.

El Bloque Tolima de las AUC se instaló, durante años, en las cercanías de Ataco, Rioblanco y Puerto Saldaña, y desde allí con lista en mano mataban a todo aquel que consideraban guerrillero o colaborador de la guerrilla. Fueron más de 10 mil desplazados, según datos de Verdad Abierta. Por su parte, Villarrica todavía conserva en algunas de sus paredes los huecos de las balas que dejó aquella toma guerrillera en 1999, cuando a eso de las nueve de la noche, y mientras sus habitantes disfrutaban de la popular novela Betty La Fea, un comando de las FARC decidió emboscar a los soldados que custodiaban el pueblo. Un gran número de víctimas mortales dejó aquel ataque y un sepelio colectivo en el parque principal, pues dentro de la iglesia no cabía toda la gente. El mismo Andrés Pastrana, presidente para la época, hizo presencia en Villarrica para ponerse al frente de la situación.

Lamentablemente no solo la guerra ha hecho estragos en ambos municipios. El olvido estatal es evidente. En Planadas, los indicadores de pobreza extrema, el empleo informal y el analfabetismo están por encima del promedio nacional. La minería legal e ilegal también aportan en la desesperanza de las casi 7 mil familias cafeteras que residen allí.  Aquí es donde vale la pena preguntar si es justo que se les mire únicamente para ubicarles a sus victimarios como vecinos.

Somos muchos quienes creemos  que es posible alcanzar el fin del conflicto, pues solo apagando los fusiles podemos empezar a trabajar por la paz, esa paz entendida y traducida en justicia social, equidad, bienestar, educación, entre otras, pero no podemos hablar de ello mientras haya revictimización, mientras se siga estigmatizando a esa misma gente que no ha conocido un solo día de paz desde que empezó todo esto.

Estar de acuerdo con el proceso de la Habana, creer y apoyar al presidente Santos en su loable labor de acabar la guerra con las FARC, no puede impedir que alcemos la voz para expresar lo que no estamos de acuerdo. Por ejemplo, entre rumor y verdad a media, se ha hablado de curules directas en el Congreso para los guerrilleros que dejan las armas. A qué loco se le ocurriría apoyar semejante absurdo. Lo cierto es que el Presidente de la República puede disponer del territorio colombiano y lo de las zonas de concentración ya es un hecho, pero que no se le olvide que esta gente a la cual hoy están estigmatizando y revictimizando --y quienes han sufrido la guerra en carne propia durante décadas-- necesita recursos y proyectos que los dignifiquen. Por eso celebro que la gobernación del Tolima haya decidido organizar la Primera Feria de Cafés Especiales en el municipio de Planadas, la cual se llevará a cabo del 21 al 23 del presente mes. Así también se construye paz.

 

 

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