Hoy por hoy, somos testigos excepcionales de una performance donde se muestran abiertamente no solo las limitaciones creativas, sino también la holgazanería y la falta de capacidad de innovar de gran cantidad de personas alrededor del mundo. Asistimos a la premier del “imperio del facilismo” y el protagonista estelar, por supuesto, es el plagio. Podemos darle una característica de personaje de fábula a este irrespetuoso, entrometido, pero sobre todo recursivo intérprete al que muchos apelan cuando de publicar, crear o innovar se trata.
Este personaje ya es bien conocido en todo el mundo y convoca a influencers, youtubers, músicos, artistas plásticos, estudiantes de todas las áreas del conocimiento, escritores emergentes y —por qué no— hasta científicos que pretenden usufructuarse con la propiedad intelectual ajena. Desde luego el plagio con el paso del tiempo se ha tecnificado, situación que es muy común en todos los campos del accionar humano, por tal motivo también viene acompañado de la tecnología y la masificación de la información que se puede encontrar en todos los medios de información, gracias a la internet.
Sin duda alguna el plagio se desenvuelve en un ecosistema lleno de facilidades ofrecidas por la web, y se convierte en la voz de la conciencia de individuos que exploran la internet como forma de “inspiración”. Hoy por hoy la cantidad de plagios generados son innumerables y desde luego tienen profundas consecuencias que ocasionan un gran impacto social, ya que nuestro personajillo fabulesco está contribuyendo de manera desmesurada en altos niveles de ignorancia y ha venido ganándose la puja a la disciplina, al compromiso con el autodidactismo por parte estudiantes, artistas y todos los mencionados anteriormente.
Por otra parte, el plagio ha cercenado el sentido de la creatividad atentando de manera frontal contra la variedad de pensamientos y por ende del conocimiento en general. Es un agente siniestro ya que al calar en la consciencia del individuo modifica sus pensamientos, convirtiéndolo en un parásito que depende de las ideas de otros para mantenerse vigente o al menos intentar existir limitándose de entender conceptos tan básicos como por ejemplo que todos los humanos somos diversos y que por el mismo motivo pensamos diferente. Esta situación nos hace únicos e irrepetibles, universos diferentes. Así pues, en la relación simbiótica que se genera entre el plagio y el individuo se pierde la capacidad de entender el sentido único y particular de la producción intelectual. Si el hombre depende del mismo ecosistema tecnológico que depende el plagio para existir, este tendrá mayores oportunidades para apoderarse de individuos con mediano intelecto y acabará por limitar a niveles insospechados la imaginación y la creatividad.
Para la fortuna para los ampliamente creativos e innovadores, este es un parasitismo que puede ser reversible o incluso se puede prevenir. es cierto que la web constituye un hábitat inmejorable para la existencia del plagio, sin embargo, cada individuo tiene la posibilidad o no de recibir este dañino parásito que ataca principalmente el uso de la consciencia afectando en gran medida el concepto ético del respeto por la propiedad intelectual de los demás. Los medios digitales y la web albergan gran cantidad de información que permite estar informados y observar en tiempo real todo lo que pasa alrededor de todo el mundo, además de artículos, lecturas y producto de ellas diversas opiniones y posiciones que permiten ampliar nuestros horizontes.
De este modo, navegar en la web nos hace ciudadanos del mundo, así mismo nos llena de nuevos, amplios y diversos conocimientos e información de millones de personas que comparten sus ideas no para que sean objeto de plagio, sino para abrir la mente a concepciones más amplias, para modificar estructuras sociales, para construir nuevos paradigmas que permitan posteriormente formar nuestras propias ideas para que también puedan ser publicadas y de este modo permitirnos un lugar privilegiado en el mundo de la información y el conocimiento, en definitiva es una opción que cada individuo tiene y es su propio criterio el que le permitirá contagiarse o no con el parásito del plagio.
El plagio es una falta que se puede considerar como algo grave, pues no pone en evidencia solo la falta de creatividad y originalidad, sino que es un acto flagrante que vulnera los derechos de autor, pues este parasitismo nubla la capacidad ética del individuo que de manera dolosa no solo extrae la información o toma las ideas de alguien más, sino que cínicamente se adjudica dicha información, conceptos o ideas como algo propio. Esto constituye una usurpación pues de cierta forma un individuo se apropia de ideas o frases, soslayando el origen de las mismas, eso indefectiblemente constituye un plagio que de manera consciente o inconsciente atenta contra la propiedad intelectual de un tercero.
Esta situación se hace muy común en el entorno académico y puede ser admisible siempre que las ideas, conceptos o argumentos que no sean de nuestra autoría se atribuyan a su correspondiente autor, haciendo hincapié en ello en documentos, escritos o exposiciones. Carmen Calvo Potayo afirma: “Recordando las palabras de Leonardo da Vinci: lo que mueve el mundo no son las máquinas, sino las ideas y defenderlas frente al plagio es una batalla necesaria para la sociedad” (2015). Las personas se han acostumbrado a la obtención de facilidades de información, es por esto que se debe aprender a citar y buscar ser originales y autónomos en todo momento para así evitar que las personas sigan plagiando y se pierda la innovación y creatividad en los individuos”.
En el campo jurídico el plagio se considera como una falta grave contra la propiedad intelectual, por lo que actualmente existen políticas de estado que propenden por los derechos de autor, ya que el parásito del plagio ha calado en la consciencia de los estudiantes y se ha convertido en un fenómeno recurrente que crece de manera exponencial. Verdaderamente se propaga como un virus donde las ideas y opiniones de otros se toman como propias. Por decirlo de alguna manera, esta dinámica es una patología muy común en estudiantes universitarios, situación que se agudiza si se hace un mal uso del tiempo dejando como último recurso copiar información directamente de la web. Desde luego esto constituye un fenómeno global.
Pero como "el fin justifica los medios”, a propósito de la famosa frase atribuida a Nicolás Maquiavelo, muchos estudiantes encuentran una buena alternativa en el plagio sin tener en cuenta las consecuencias que ello conlleva, ya que no solamente acarrea las sanciones académicas que corresponden sino que propiamente está permitiendo que el parásito del plagio no le permita desarrollar su potencial creativo e innovador y esto de cierta forma repercutirá en el desempeño como profesional cuando sea su momento.