Cuando finalizó el acto de cierre de los Grammy, no supe qué pensar. En ese momento me encontraba en una reunión vía Skype con un productor Canadiense y al mismo tiempo seguía la transmisión. Creo que mi interlocutor notaba mi cara de asombro cuando reaccionaba a lo que estaba viendo: todo estuvo muy mal.
Empecemos. La gala de los premios más importantes de la música a nivel mundial se cierra con uno de los plagios más descarados en los últimos días: El Taxi. Este tema ordinariamente basado en Murder she wrote, una humilde canción que el dúo jamaiquino Chaka Demus and Pliers lanzó en los 90's, es un plagio descaradamente efectuado por un artista latino más bien regular por no decir malo, llamado Osmani Garcia. Sí, ese mismo que de una forma muy temeraria se hace llamar a sí mismo 'La Voz' y a su compañía 'La fábrica de éxitos'. La obra maestra del señor García es interpretada por el fatídico, desteñido y desgastado Pitbull haciendo gala de su estereotipo de latino boleta y lobo que pulula en las calles de Miami, modelo vergonzoso que afortunadamente para nosotros, los colombianos, ridiculiza más a los cubanos, boricuas y dominicanos.
Todo iba bien para nosotros en este hazmereir latino, hasta que salió disfrazada de taxi nuestra Sofia Vergara, la Toti, a quien llevo en mis aprecios por ser Barranquillera, pero que más encasillada en el personaje de latina 'bastantona', 'ordinaria', 'quitamaridos' y otras cosas más no puede estar. Aún no entiendo por qué a esta altura de su exitosa carrera no se conformó con la muy honrosa presentación anunciada en la próxima gala de los Oscar, y saltó al escenario, o más bien apareció, con un ligero aire de bailarina exótica, en su primer día de trabajo, improvisando una coreografía de rumba en sala de casa y 'cosificando' aún más a nuestras mujeres colombianas en el exterior.
Para terminar, y la verdad que me sorprendería que alguien haya llegado hasta este párrafo final, dado el ataque frontal a tan magnos personajes, que nos engrandecen como raza, me queda por decir que más que un homenaje a nosotros los latinos, por parte de la academia, lo vi como una burla disfrazada, como un recorderis de muchas cosas de las cuales la xenofobia se ha encargado de mostrarnos a quienes hemos tenido la oportunidad o necesidad de pasar más de un día fuera del rol de turista en un país ajeno. Ese calvo cubano que cree que es el alma de la fiesta pero todos ven como un vago, ese boricua mal hablado que se escuda tras su pasaporte estadounidense -- y todos quisieran deportar-- o a esa Colombiana linda a la que todos se preguntan cuánto cobra por sus servicios.
Gracias grandes íconos latinos, gracias por representarnos, gracias Academia.
