La visita del Presidente Santos a Jamundí el pasado lunes, tuvo un propósito mayor: arreglar las cargas con el sector azucarero del Valle del Cauca, recientemente castigado con una multa de $260 mil millones por el Superintendente de Industria y Comercio, Pablo Felipe Robledo. El anfitrión fue el empresario industrial y financiero –propietario de Credivalores, entre otras importantes inversiones, David Seinjet, propietario del Ingenio La Cabaña. El almuerzo que se buscó fuera lo más grato e informal posible fue en las instalaciones de la hacienda del Ingenio en Candelaria y asistió la cúpula azucarera del Valle.
La iniciativa fue del Presidente, la lista de invitados era exclusiva y la daría a conocer Presidencia. Se trataba de una reunión de propietarios y presidentes no de empleados por más cargos directivos que ostentaran.
De antemano se advirtió que no se hablaría de la multa, que todos los ingenios pagaron pero sin dejar de demandar ante el Consejo de Estado para evitar que corran costosos intereses mientras se falla en la última instancia, proceso que puede tomar unos cuantos años. Se trataba de mirar hacia adelante y buscar armonizar la relación con el gobierno nacional.
Néstor Humberto Martínez, quien ha sido el abogado de distintos empresarios vallecaucanos, incluido Seinjet, facilitó las cosas para que se diera el encuentro. El doble rol de empresario y alcalde de Cali, le permitió a Maurice Armitage colaborar también con la reunión. Armitage, aunque no fue multado, también es propietario del ingenio de Occidente, localizado en Villarrica dentro de la zona cubierta por la Ley Páez, en la zona del mismo nombre.
Asistió el presidente de Asocaña Luis Fernando Londoño quien fue el encargado de dar las peleas frontales en defensa del gremio con el superintendente Robledo y la Ministra de Comercio Exterior, Cecilia Álvarez, quien estaba empeñada en bajar drásticamente y de un tajo los aranceles que han protegido históricamente la producción de azúcar nacional, y quien no perdió la oportunidad de referirse al futuro del sector, amenazado por decisión desde Bogotá. Mauricio Iragorri, el Presidente del ingenio Mayagüez, quien lideró la negociación de los aranceles con la ministra Álvarez no estuvo en el encuentro por encontrarse fuera del país, pero sí Álvaro Correa Holguín uno de los socios mayoritarios del ingenio, amigo personal del Presidente Uribe y padre de la senadora del Centro Democrático Susana Correa.
Fue la oportunidad para que Henry Eder, propietario del Ingenio Manuelita se re encontrara en un ambiente distensionado con el Presidente Santos. En la celebración de los 150 años de Manuelita, Eder fue aplaudido efusivamente por los asistentes, el sector azucarero en pleno, cuando en su discurso agradeció con generosidad con el Presidente Álvaro Uribe por haberle devuelto la seguridad al campo colombiano y en especial al Valle del Cauca. Entonces Santos no disimuló su incomodidad y para muchos en el Valle ese fue el punto de quiebre en la relación del gobierno nacional con la región con las repercusiones que derivó en las drásticas repercusiones económicas.
El esquema de seguridad de la zona fue significativo, no solo alrededor del ingenio sino en las inmediaciones de Puerto Tejada, Villarrica y veredas vecinas, tanto que terminó limitando la movilidad en la carretera central. No faltaron los sobrevuelos de helicópteros, el avión fantasma y francotiradores en las montañas de la cordillera que rodean la zona azucarera.
El almuerzo fue cordial, a decir de los asistentes. No hubo fotos. Santos se comprometió con la región, con las inversiones en Buenaventura y con hacer la nueva carretera al Llano, para lo que los instó a invertir aún más en el Llano con los nuevos instrumentos legales y ayudar a consolidar la ruta transversal.
Obviamente también pidió apoyo en todas las comunidades donde tienen influencia para su proceso de Paz.
Tal como se había acordado en el libreto, no hubo notas discordantes. En fin todos quedaron muy contentos por la deferencia del Presidente de haberse reunido con ellos. Atrás quedaron las multas y muchas otras cosas que lo había mantenido incómodos. De dientes para afuera, por lo menos.
