Repitiendo esta frase en la escuela creció el periodista cubano Ismael Cala, la actual estrella de CNN en Español en Estados Unidos. En entrevista radial exclusiva en Colombia a En Blu Jeans, de Blu Radio, el director y conductor de CALA comenzó contando cómo inició su carrera en la radio desde los ocho años en su colegio. “¿Quién quiere leer en voz alta? Y, ¿te gustaría actuar en un programa para niños en radio?, preguntó la mentora, y así se comenzó la corajuda y hoy exitosa carrera de este cubanazo que ha puesto en su lugar a Evo Morales y recientemente a la fiscal venezolana Luisa Ortega Díaz, entre muchos otros.
Amable, glamuroso, equilibrado y tremendamente carismático comenzó contando su historia así: “Nací en 1969, diez años después de haber triunfado la revolución cubana, por lo tanto crecí sin tener conocimiento de qué era lo que me enseñaban. Repetía en la escuela primaria ‘pioneros por el comunismo, seremos como el Che’ tres o cuatro veces al día, y crecí siendo un joven comunista, hasta que a los 20 años se cae la Unión Soviética, se cae el bloque socialista —era yo dirigente estudiantil de mi universidad— y empiezo a cuestionar cómo esa filosofía se había convertido en religión, en contradicción con la prohibición de que mi abuela me llevara a la iglesia; Dios estaba muy mal visto. Dije: ¿Y entonces ahora qué, si se ha suspendido la asignatura de marxismo-leninismo y si el materialismo dialéctico lo están poniendo en duda en la universidad? Confronté a mi profesora de filosofía marxista-leninista y terminé en la oficina del rector por un término que en Cuba yo no sé si todavía se utiliza, espero que no, que se llama diversionismo ideológico, que consistía en tener problemas por pensar diferente a los estatutos y protocolos del Estado.”
Yo te restituyo, tú me ayudas a reelegir
Escuchando a Cala contar esta historia cuyo final es de hace 24 años —él tiene hoy casi 45—, lo primero que se le ocurre a uno es lo que está sucediendo en Venezuela, con todo y el adoctrinamiento. Así nos va a pasar en Colombia si la clase dirigente sigue pensando en el pueblo solo para los votos; o —peor aún—, con alianzas impensables como acaba de suceder entre el presidente Santos y el alcalde Petro. ¡Háganme el favor! “Yo te restituyo, tú me ayudas a reelegir”.Como decía mi abuela: “Ave María purísima… Sin pecado concebida”, pero aquí el pecado es todo. Las cosas no son negras o blancas. No soy de izquierda, tampoco de derecha; lo repito una y mil veces así me critiquen mamertos y fachos. Me muevo por los grises para lograr equidad, porque unos y otros tienen cosas buenas y malas, pero este lamentable sancocho político que estamos viendo hoy, solo está dándole tentáculos subterráneos —que no vemos—, a una izquierda que en Colombia es vieja y mandada a recoger, que es astuta para conseguir adeptos en los pobres que son la mayoría en este país (que es lo que la clase dirigente no quiere ver), y con líderes insuficientemente preparados para gobernar, como lo ha demostrado Petro; y si nos vamos un poco más atrás Lucho Garzón, con quien comenzó el deterioro de Bogotá. Y la derecha no se escapa, esa sí con líderes formados en prestigiosas universidades internacionales, con toda la capacidad de gobernar, pero con una visión que solo favorece a la pequeñísima élite nacional. Así no vamos para ninguna parte; o sí, para Venezuela que nos las pelamos.
Pero volvamos con Ismael Cala, inspirador de esta columna por su historia de vida y por lo que él significa hoy como ejemplo para los periodistas, para cualquier ser humano, y para los dictadores que creen que adoctrinando niños fidelizarán corderos que tragan entero y que los seguirán de por vida. Cala, que ya era un muy reconocido periodista en su país, intentó salir de El Caney, en Santiago de Cuba, en 1992, pero se quedó de la balsa en la que se iba a escapar con otros compatriotas. Su mamá le hizo prometer que se iría de otra forma y así lo hizo para Canadá en 1998, desesperado porque en la isla había un gran desabastecimiento (como pasa hoy en Venezuela) y casi no había qué comer. Se fue en una delegación del gobierno cubano como maestro de ceremonias con un chef, una tabaquera y un grupo musical. Desertó sin saber inglés; solo tenía que decir “Ladies and gentlemen, welcome to Havanna night”. Fue mesero; llegó a Subway, el restaurante de sánduches, porque le dijeron que buscara ese letrero para tomar el tren y pidió limosna en los bancos de comida cinco veces hasta que dijo: “Yo no salí de Cuba para esto”, y así, con su perseverancia y la ayuda de otros cubanos comenzó prosperar; estudió comunicación en Toronto, en 2001 se hizo corresponsal de CNN en Español y hoy es el flamante director y conductor de CALA, su programa desde Miami.
Debo decir que admiro profundamente a los seres humanos que, como él, comparten con orgullo y nada de vergüenza su historia. Ismael Cala, para mi gusto, solo tiene un defecto: ¡No sabe bailar! Dice que es un chiste verlo. Se va a reír cuando lea esto. Les comparto la entrevista completa en el siguiente link. Tómese su tiempo porque es muy amena: Ver acá
Por último, a usted le pregunto, ¿cree que como vamos, nuestro niños crecerán como Cala repitiendo en sus colegios ‘pioneros por el comunismo, seremos como… Márquez, Timochenko, o en igual y catastrófico caso, Petro‘? Póngale el nombre… Como decía Guillermo López Ulloa, el coordinador del primer noticiero que presenté cuando íbamos al aire: “Que el Señor nos coja confesados”.
¡Feliz resto de semana!