Dos precandidatos presidenciales, de la derecha y la izquierda, Pinzón y Petro, apelan a métodos similares de campaña.
El llamado de Petro al no pago de los servicios púbicos es doblemente torpe. Primero, no afecta en forma directa al gobierno de Duque, supuesto destinatario, por ilegitimidad, de la convocatoria a “resistencia civil”. Segundo, es un ataque directo al patrimonio público de ciudades y municipios colombianos y, por ende de la ciudadanía, que debe ser rechazado de plano.
De forma simétrica, en la misma categoría de falta de respeto por los intereses de la comunidad, aunque su gravedad radica en poner en peligro la vida de los miembros de la Comisión de la Verdad, se ubican las poco inteligentes y desafortunadas declaraciones del ex-ministro Pinzón.
Qué desastre: dos personas, de lados opuestos del espectro político, preparadas académicamente, fogueadas en cargos públicos, con pretensiones presidenciales (Pinzón busca, por segunda vez, hacer sus pinitos) ofreciendole al país el menú de la no defensa de la vida y de los recursos públicos.
El tiempo pasa de prisa y halcones de lado y lado afilan sus herramientas para poner en marcha estrategias que, en últimas, son parecidas: reproducir en Colombia un escenario de pugna electoral que se traduce, finalmente, en embates contra los comportamientos democráticos en las elecciones presidenciales de 2022. Paz, respeto por las diferencias, por la vida, por las reglas de juego, por el patrimonio público, son algunas de los principios que se espera abanderen los líderes políticos que aspiran a dirigir el país.
Grave la consigna de no respetar el patrimonio de las empresas de servicios públicos, grave la irresponsabilidad de vincular a los miembros de la Comisión de la Verdad con grupos armados.
El repertorio en las extremas, derecha e izquierda, es sencillo. De la derecha, acudir al fantasma del comunismo y del peligro castrochavista y, por esa vía, erigir a políticos como Petro en el gran riesgo que hay que evitar a toda costa. Fórmula utilizada con éxito en el 2018, que asfixió al centro, amparada en el miedo. De forma simétrica, del lado del candidato de la Colombia Humana, nada mejor que aprovechar el impulso que se le otorga, por doble partida, para apelar a fórmulas análogas: lo que no soy yo, es paramilitarismo, narcotráfico e indecencia.
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El repertorio de las extremas es sencillo: de la derecha, el fantasma de comunismo y castrochavismo; de la Colombia Humana, lo que no soy yo, es paramilitarismo, narcotráfico, indecencia
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Petro es impulsado, por un lado, porque Uribe y copartidarios lo convierten, desde ya, en el enemigo a derrotar, pasaporte que ya sirvió para subir “al que dijo Uribe”. Gran oportunidad, en 2022, para de nuevo, convertirse en candidato de oposición. No es sólo el empujón del uribismo ya que, por otro lado, la situación económica provocada por la pandemia, la peor en casi un siglo, con todas las secuelas de desempleo, incertidumbre, hambre, sumadas a la corrupción y al comportamiento poco ejemplar de algunos funcionarios en altos cargos públicos, los asesinatos de líderes sociales, representan una configuración formidable para ejercer la oposición.
Sin embargo, lo que podría ser una oportunidad de convocatoria amplia se traduce en un exabrupto: proclamar como consigna, en aras de la resistencia civil, el no pago de los servicios públicos es un atentado contra el patrimonio público. EPM, presente en diversas partes del territorio nacional, Emcali, ETB, tantas otras empresas del ámbito local, amenazadas por la irresponsable consigna. Sorprendente de un político que fue alcalde de la capital del país.
Consigna consistente, además, con los ataques a la alcaldesa Claudia López desde que fue elegida, dirigente responsable que ha demostrado extraordinarias dotes de liderazgo en estos duros tiempos, protegiendo la vida de los bogotanos.
Lo de Pinzón no tiene nombre. Siempre asombra que individuos que, en apariencia, han tenido la oportunidad de contar con una buena educación, que ocuparon altos cargos públicos en la administración que buscó y logró la firma del acuerdo de paz, busquen dividendos en la veta fácil de la estigmatización. ¿Cuántas horas de lectura y reflexión le habrá invertido a su afirmación? ¡Qué pobreza y qué peligro!
Urgen precandidatos, de distintos lados del abanico político, que se caractericen por el respeto a la diferencia, a la vida, al patrimonio público, que le impriman dinámicas diferentes al debate político en esta crisis agravada por la pandemia. Que piensen en la reconciliación, en los jóvenes, en lo que será el mercado laboral en plena cuarta revolución industrial que, con pasos de gigante, más allá del COVID 19, será la realidad en pocos años. Que estén convencidos de que sacar el país adelante será el resultado de esfuerzos mancomunados y no de los iluminados.