Fernando de Szyszlo nació en Barranco, un barrio de Lima, en 1925. Descendiente de padre polaco y madre limeña. Comenzó estudiando arquitectura mientras, en secreto, tomaba clases nocturnas de dibujo y, pronto descubrió su real vocación mientras realizaba algunos estudios sobre los cuadros de Paul Gauguin que encontró reproducidos en un libro de arte.
En su columna “Andando por el tiempo” Octavio Paz en 1959, se refirió sobre Szyszlo como un artista “dueño de sí, más libre y más osando pero que sigue siendo el mismo: es difícil, austero, violento y poético al mismo tiempo. Se trata de una pintura que no se entrega, esta replegada a la intimidad”.
Fernando de Szyszlo es uno de los pioneros latinoamericanos en descubrir y estudiar con fascinación el arte precolombino e investigar sobre la sabiduría de la geometría americana que es parte esencial de su vocabulario artístico. En su obra el hombre y el cosmos se unen en un misterioso mundo donde lo sagrado que, lo conjuga con el verbo ser de un hombre sin dios; mientras pinta noches estrelladas, mesas rituales, piedras (Intis) donde los incas amarraban el sol.
Misterioso mundo donde lo sagrado que, lo conjuga con el verbo ser
de un hombre sin dios; mientras pinta noches estrelladas, mesas rituales,piedras (Intis) donde los incas amarraban el sol
Sigue con devoción el trabajo de Rembrandt porque es un pintor de claro oscuro, la luz viene a ser una estela tenue que se cuela por detrás del horizonte o entra por la ventana o una puerta entreabierta de sus recamaras claustrofóbicas donde se encuentran sus solitarios visitantes; mientras en el primer plano se imponen formas oscuras que van cargadas de componentes simbólicos que provienen de las civilizaciones prehispánicas. Sus otros trabajos se desarrollan en unas geografías peruanas que incorporan en la composición el ritmo acuático de Mar de Lurín o desiertos como el de Cajamarca. Lugar donde fue traicionado por los españoles colonizadores, el gran Inca Atahualpa quien después de su ejecución dejó a su raza sin rey y sin dios.
Otro de los componentes indispensables en la obra de Szyszlo es el pensamiento surrealista. La poesía de lo íntimo, la fuerza de lo primitivo esencial, la expresión histórica de las razas, el inconsciente privado y colectivo, la voz que ha dejado de hablar por más de cinco siglos, la nostalgia del paraíso, el terror del limbo en la muerte, los encuentros con los mil demonios de los vivos o, el monólogo perdido de un solitario.
La obra de Fernando de Szyszlo recoge la inmortalidad del arte. El mismo Szyszlo nos advierte “en el arte cada problema tiene tantas soluciones distintas como artistas que intenten resolverlo”. Afirmación que trae otro corolario a sus temas predilectos como son las diferencias que existen entre la creación artística y la científica y que se relaciona con el avance, con el progreso del arte o de la ciencia. “Las teorías de Einstein invalidan los conceptos que primaban sobre ellas, como las de Newton lo hicieron en su tiempo y las de Copérnico en el suyo. Cuando de habla de progreso se habla de algo real y verdadero. Este concepto es totalmente ajeno al arte. Ni el arte egipcio invalidó a las Cuevas de Altamira, ni el arte griego superó al asirio. Cada civilización y cada artista han sabido arrancar de su circunstancia, de su condición y su contexto ese fragmento de realidad que llamamos arte, esa imagen de nosotros mismos, del mundo que nos rodea y de la aventura humana”. Así podemos entender la frase de Marcel Proust cuando se refiere a que “cada lector es lector de sí mismo”, de Gustav Flaubert cuando afirma que “Madame Bovary soy yo” o de Emile Zola quien miraba el paisaje como un estado de ánimo.