En este país a Pinto le han dado con todo. Les parece demasiado alemán, demasiado rígido, cartesiano. A los jugadores colombianos les gusta mucho más la frescura de Bolillo. Con él se puede joder, se puede estar más distendido. Pinto es un “Comendatore” un tipo que manda como un Kaiser. A los periodistas colombianos no les gusta. No quiere hacer amigos en el periodismo. No le interesan. Es un hombre de ideas fijas, determinadas, y que no permite indisciplina alguna. Ni vedettes. Durante la Copa América del 2007 en Venezuela su carácter rompió el equipo. Se sabe de la renuencia de Iván Ramiro, Yépes y compañía de hacerle caso. De que el partido que perdió Colombia 5-0 con Paraguay se debe a una crisis de los jugadores contra el técnico.
Sin embargo, digan lo que digan, Pinto es el entrenador colombiano que más lejos a llegado en un mundial: cuartos de final con un equipo menor como Costa Rica que ganó en Brasil 2014 el grupo de la muerte, quedado por encima de tres campeones mundiales, Inglaterra, Italia y Uruguay. Pinto es mejor opción que Bolillo. Acaba de ser despedido de Emiratos Árabes en donde no pudo con el idioma y la idiosincrasia de los jugadores.
No sé cómo James se tomará la noticia de que el santandereano está en el sonajero para reemplazar a Queiroz. Eso de la disciplina táctica no le gusta mucho al de Cúcuta. Con Pinto deberá volver cuando pierda la pelota y tendrá difícil eso de querer mandar sobre sus compañeros en el vestuario. Pinto acabaría con vedetismos y volvería a Colombia un equipo serio en defensa y mortal en el contragolpe. Los nostálgicos del fútbol inofensivo y “bello” de Maturana no se lo perdonarán. Seguro Pinto será visto como un problema por los directivos colombianos pero sería lo mejor para controlar un problema que tiene la selección: el ego desbocado de alguno de sus jugadores.