El debate de las últimas semanas sobre si el programa Ser Pilo Paga está dando resultados, o si por el contrario, está ocasionando otras dinámicas no muy positivas para el Estado, volvió a surgir luego de los retrasos del gobierno nacional para desembolsar los apoyos de sostenimiento de los beneficiarios del programa bandera del Ministerio de Educación.
Mucho se ha discutido en torno a Ser Pilo Paga, pero existen algunas cuestiones que deben ser aclaradas, desmentidas y reforzadas con el fin de alimentar el debate público.
Primeramente, el objetivo del programa nacional era modificar una problemática real y palpable en el día a día: muchísimos estudiantes de escasos recursos y con muy buen rendimiento académico no accedían a la educación superior. Ésto se da bajo una lógica paralela que demostraba que en éste país la educación es un lujo. En ese sentido, Ser Pilo Paga está pensado para cerrar esas brechas e incentivar la movilidad social fundamentándose en la calidad tanto del estudiante, como de las Instituciones de Educación Superior. Es decir, la estrategia busca premiar la excelencia de los estudiantes, a tal punto que todo bachiller de escasos recursos quiera mejorar su rendimiento académico para aspirar a la oportunidad, y al mismo tiempo, promover la certificación de alta calidad en las IES para obtener mejores resultados internacionales en materia educativa.
Partiendo de eso, resulta incorrecto tratar de atribuirle a Ser Pilo Paga todas las disyuntivas que aquejan al sistema educativo y social del país. Si empezamos con el argumento recurrente de que el programa está direccionado para llenar las arcas de privados y enterrar a las IES públicas, no sólo caemos en una imprecisión, sino también en una afirmación osada. Es bien sabido que el principal problema de las universidades públicas recae en la corrupción y mal manejo de sus recursos, sin menoscabar el grave problema de cobertura y calidad, lo cual tiene antecedentes que preceden a la llegada de Ser Pilo Paga. Por otro lado, la causa por la que muchos ‘pilos’ deciden escoger libremente entre una universidad u otra, varía según los intereses del estudiante. De esta forma, para algunos será más importante las instalaciones de la IES, para otro será la cercanía a su lugar de vivienda o para otros será el pénsum. Y que hasta el momento, los ‘pilos’ prefieran más la universidades privadas, en vez de las públicas, responde a cuestiones no tan simplistas.
Segundo, el impacto que ha tenido el programa a nivel nacional es innegable, Ser Pilo Paga está cambiando vidas. Es una estrategia que ha permitido que muchos estudiantes que viven en entornos difíciles encuentren en la educación, la clave para sacar adelante su proyecto de vida e influir en el desarrollo de sus respectivas comunidades. Además, como ‘pilos’ somos conscientes del esfuerzo que hace el Estado para sacar adelante este programa a través, entre otras cosas, de los impuestos de todos los colombianos. Es por ello que, a nivel nacional la corresponsabilidad ha sido el valor principal que han adoptado las Sociedades Pilo (grupo estudiantil de beneficiarios del programa). Es decir, sentimos la necesidad de ser jóvenes líderes para transformar el contexto colombiano, en gratitud a la inversión de la cual somos protagonistas.
Tercero, más que terminar un programa como éste, debería considerarse la opción de modificarlo, pero de tal forma que la esencia misma no se vea perjudicada: que asuntos como la promoción del estudio en las universidades públicas sean reforzados, que el control sobre los ‘colados’ del Sisben sea más efectivo, que los procesos administrativos sean más eficientes, que la vigilancia del MEN en la administración de los recursos de las IES públicas sean más estrictos, que la educación secundaria sea de calidad, que el gasto de los recursos sea optimizado y que este tipo de programas se complemente de la mano de otras ofertas educativas atractivas para estudiantes con vocaciones alternativas.
En conclusión, el debate nacional sobre la efectividad de Ser Pilo Paga no debe desconocer los aportes significativos que ha hecho el programa en la calidad educativa del país, ni debe ser parcializado al señalarse como una estrategia perfecta y completa. Se vuelve menester entender el objetivo del programa, sus efectos sobre la vida de los beneficiarios y la necesidad de estar abiertos a modificaciones del mismo con el fin de ser el país más educado de América Latina para el 2025.