El expresidente se llena la boca atacando a este gobierno que porque no ayuda a los pobres, que porque no aumenta considerablemente el salario mínimo, que porque descuida a los soldados, que por todo. La cuestión radica en por qué esperó a ser expresidente para darse cuenta (aunque sea de dientes para afuera) de todo lo que necesitamos los de abajo, y de que estos ninguneados hemos estado pidiendo a gritos que nos miren los de arriba para ayudarnos, para que nos tengan en cuenta; para que se dieran cuenta de que ni un tamal ni treinta mil pesos nos van a durar cuatro años.
Uribe Vélez afectó gravemente al trabajador cuando mediante la ley 789 de 2002, determinó que el “…Trabajo ordinario es el que se realiza entre las seis horas (6:00 a.m.) y las veintidós horas (10:00 p.m.)…” y no como antes, que empezaba el recargo nocturno desde las 6:00 p.m. Para Uribe Vélez, la luna salía a las 10 de la noche. Eso por mencionar solo uno de los golpetazos que le dio a la clase trabajadora, porque además rebajó pago de horas extras y de días festivos. Pero por obra y gracia del espíritu santo o electoral, ahora le da por defender al trabajador que alguna vez golpeó.
No contento, también modificó de manera burda el sistema de pensiones, cuyo auxilio funerario (como llama Robledo a la pensión), se conseguiría después de tener 55 años de edad si es mujer o 60 años si es hombre, junto con 1000 semanas que debía cotizar; además de que ese requisito de edad subiría desde el primero de enero de 2014 en dos años para ambos sexos. Y hay más, reza el decreto que“…A partir del 1° de enero del año 2005 el número de semanas se incrementará en 50 y a partir del 1° de enero de 2006 se incrementará en 25 cada año hasta llegar a 1.300 semanas en el año 2015”. Eso suma golpes en contra del trabajador.
También tiene el descaro y el cinismo de decir que este gobierno –que no estoy defendiendo, válgase aclarar – descuida a los soldados, cuando durante su gobierno le quitó beneficios como por ejemplo el que le otorgaba el decreto 1794 de 2000 a los soldados profesionales, mediante el cual tenía “derecho al reconocimiento mensual de un subsidio familiar equivalente al cuatro por ciento (4%) de su salario básico mensual más la prima de antigüedad”. Uribe derogó ese artículo 11 con el decreto 3770 de 2009. Los dejó sin subsidio familiar y aun así, le da por defender al soldado. Valga rescatar que en ese entonces, el hoy candidato Zuluaga, era su Ministro de Hacienda.
También, de manera descarada critica el proceso de paz con las FARC, cuando durante su gobierno se negoció con los paras, y que incluso Mancuso fue hasta el Congreso de la República a pregonar un discurso en favor de su “movimiento nacional antisubversivo”. Ahí sí no pegó el grito en el cielo sentenciado que se le estaba entregando el país a los paramilitares. Pero como ahora es con las FARC, ahí sí se indigna. A propósito, en la base de su propuesta ley Justicia y Paz se está negociando en La Habana. De cierta forma, le debemos este Proceso de Paz a Uribe.
Con ese mismo cinismo critica el carrusel de la reelección de Santos, que sin duda lo hay, cuando durante sus gobiernos reinó la mermelada. Que no se haga el diabético con este asunto, ¿O es que acaso se olvidó de Yidis y de las Notarías? Ese mismo descaro continúa con el tema del agro porque él fue quien impulsó casi todos los TLC que hoy hay y que están arruinando al campesino; Santos solo firmó. Pero rompe todo límite de cinismo cuando propone aumentar el salario mínimo en un 10%, como si no hubiera tenido ocho años para hacerlo; además de sugerir rebajar el IVA cuando durante su gobierno pasó del 8% al 16%.
Ya lo había dicho en anteriores columnas, pero insisto: Álvaro Uribe no es un ser humano corriente. El expresidente es un enfermo mitómano y que abusa del cinismo que si bien es normal en la política y hasta en el ser humano corriente, rompe todo tipo de proporcionalidad en su afán y convicción mesiánica de creer que puede salvar al país.
William Ospina, en su última y desastrosa columna decía que con Uribe Y Zuluaga “No fingen ser de izquierda para darle después la espalda a todo”; yo creo que los actos están demostrando lo contrario, sobre todo los del expresidente que ahora finge ser el defensor de los pobres.
Cuña:
-Abad Faciolince también nos decepcionó a muchos con su penúltima columna (Seis tesis para un voto razonado). Realmente pareciera que Santos le haya dado algo. Ahora, William Ospina. ¿El intelectualismo va en caída libre? ¿Quién sigue?... ¿Caballero? ¿Molano? ¿Bonnett?
-Muy bien que Clara López no se haga presa de la actitud arrogante de Robledo, quien se cree amo y señor del Polo Democrático. Eso que hizo Clara, se llama independencia y no es venderse como lo creen muchos, sobre todo la izquierda trasnochada.