Tanto paracos como faracos, como llamaría a los guerrilleros de las FARC el sociólogo Fabián Sanabria, han causado daños morales y materiales al país desde que surgieron. Pero los primeros más que los segundos, por una sencilla razón: tenían vía libre de parte del Gobierno para actuar, especialmente de los de Uribe Vélez, desde que era Gobernador de Antioquia, el departamento cuna del paramilitarismo y del mismo Uribe; tenían licencia para matar. Sin embargo, las FARC también han sido sanguinarios victimarios que luchan contra el Estado, mientras los muertos los hemos puesto nosotros; pareciera como si nosotros fuéramos el Estado opresor.
Si bien ambos han sido verdugos del pueblo, es curioso que causen más indignación los actos de los faracos, que de los paracos. El 28 de julio se cumplieron 5 años desde que tres jefes paramilitares fueron al Congreso de la República (obligados por Uribe Vélez, según uno de ellos: Ernesto Báez), mientras se desarrollaba el proceso de paz en Santa Fe de Ralito. Ellos, en cabeza de Mancuso, estuvieron en el Congreso expulsando un venenoso discurso en pro del “movimiento nacional antisubversivo de las AUC” y defendiendo ese proyecto de “salvaguardar una Colombia digna, segura y en paz”. Pero hubo algo que vale la pena rescatar, y es que Báez pidió perdón diciendo: “…vengo humilde a pedir perdón a todos los familiares y amigos de las víctimas adversarias y propias de esta guerra triste de la patria...”, sincero o no, vaya usted a saber; las FARC, por el contrario, se han burlado (literal) de las víctimas y no han pedido perdón, y sostienen que ellos no son victimarios.
Seguían defendiendo ese proyecto ‘antisubversivo’ en medio del Proceso, las FARC también siguen defendiendo su patético proyecto pero se indignan más con los segundos que con los primeros. El paramilitarismo fue al Congreso en carne propia, y esos sectores (generalmente ignorantes, y seres muy primarios) que hoy se indignan porque hay un proceso de paz a miles de kilómetros de acá, no se indignaron cuando vieron a tres jefes paramilitares en la cuna de las leyes y la ‘democracia’.
Ese sector que hace 5 años no se indignó porque Mancuso y compañía estuvieron allá en el Congreso, hoy sí se indigna porque hay negociación con las FARC y ni Timochenko ni Márquez han tocado ese recinto. Ese ciudadano no se indignó cuando vieron a Uribe comiendo sancocho en Santa Fe de Ralito, en medio de la negociación con los paras, pero hoy sí se indignó por una supuesta complicidad entre Santos y las FARC, pese a que el jefe de Estado jamás ha ido a La Habana para nada.
Si Timochenko fuera al Congreso a dar su discurso como jefe mayor del “Ejército del pueblo”, a hablar de la liberación nacional del fascismo o del neoliberalismo, e incluso a pedir perdón, este país explotaría en la indignación. Pero cuando Mancuso fue a dar su discurso, ahí sí parte sin novedad, la indignación solo hizo parte del sector intelectual de la sociedad colombiana. Súmenle a eso que los paras dormían en la misma cama de Uribe y como a Uribe lo amaban, como dijo Juan Gabriel Vásquez, los colombianos estaban dispuestos a cerrar los ojos ante los desmanes de Uribe, con tal de que “acabara con las guerrillas”.
Finalmente, ¡qué mejor manera de celebrar ese aniversario de la llegada de los paras al Congreso, que negar a Iván Cepeda un debate que demostraría vínculos de Uribe con el paramilitarismo! O demostrar no, sino hacerle mayor eco, porque demostrados están.
Twitter: @TiiagoMolina
Cuña:
-Respecto a lo de Hollman y los periodistas que renunciaron a Canal Capital, me escribe un tuitero: (sic) “regaños al aire a Claudia morales,camila y la vicky Dávila y salen del aire hassan y arroyave.La prensa es dinámica....”