Soy amante y defensora número uno del clima bipolar de Bogotá. Estoy feliz de vivir en esta ciudad y de no saber qué me tengo que poner. Tengo “discusiones” vía twitter o personalmente con la gente que se queja permanentemente de los defectos que tiene la ciudad. Mi insignia es “si no le gusta Bogotá, con su caos, trancones, clima, gente y comida, váyase de aquí”. Desde hace unos años la capital colombiana se ha modernizado en muchos aspectos, tenemos un hotel Marriot, parques con más onda como el Virrey, universidades reconocidas a nivel mundial, concesionarios de BMW, Audi y Mercedes Benz y hasta un almacén del reconocido diseñador “Steve Madden”. Gastronómicamente hablando, Bogotá es sin duda, un epicentro escogido por los grandes restauranteros de nuestro país y franquicias de otros lugares del mundo.
Zona G, M, T y C, son algunos de los lugares que tenemos para ir y deleitar nuestro paladar con exquisiteces o sufrir de un pre-infarto por la mala atención. En Bogotá, hay de todo. Comida china, japonesa, italiana, mexicana, suiza, francesa, chatarra, chic, buena, mala, rica, fea, abundante y tacaña. Abren y cierran lugares porque cada vez la clientela se vuelve más exigente y por supuesto, hay que satisfacerlos. Esta satisfacción de la que siempre se habla entre líneas en los bares y restaurantes me deja un desazón personal. Aquellos que han leído juiciosamente mis columnas, ya sabrán que defiendo los lugares que hacen vivir una experiencia inolvidable, positivamente claro está. Pero hoy, mi columna, tal vez un poco extensa está dedicada a contarles mis experiencias negativas en esos lugares que están en el “top of mind” de todos, ya sea por su nombre, localización, diseño arquitectónico o porque está de moda.
Masa “restaurante-pastelería"
El jugo de lulo y el sánduche de pavo de MASA (Zona G)
Era un domingo a las 2.40 pm y no habíamos almorzado, decidimos bajar a la G a buscar una terraza porque hacía un sol de ciudad costera. Un amigo propuso entrar a MASA, el famoso “restaurante-pastelería” como se hace llamar. Conseguimos una mesa en la terraza e hicimos el pedido de las bebidas, una chicha de patilla, un jugo de uva y uno de lulo. La chicha llegó a una temperatura de más o menos 20 grados, no sé si esa era la intención porque la mesera no me supo responder, el jugo de uva estaba bien pero el jugo de lulo, podría casi asegurar sin temor a equivocarme que era de tarro, rendido con agua si no es así, no sé que tipo de dulce usen para que parezca artificial. Los tres sánduches que pedimos, uno de hongos, otro de quesos y otro de pavo con salsa romesco, llegaron a la mesa 45 minutos después de haberlos pedido. El mío, que era el de pavo con salsa romesco
no tenía ni rastros de esta última, razón por la cual tuve que pedir una adición. Los otros dos sánduches ni siquiera fueron terminados por mis acompañantes. Reconozco que las papas a la francesa estaban deliciosas, para acompañarlas pedimos mayonesa. Cuando se nos acabó y pedimos otra adición la respuesta de la mesera fue que ya había raspado el tarro y no había más. Acto seguido, pagamos la cuenta, nos quejamos y nos fuimos… y al menos yo, no vuelvo. Les escribí por twitter mi decepción y no hubo respuesta. No puedo entender como un lugar con la IMPONENCIA que tiene, la nominación a premios La Barra y el montón de fotos de instagram donde lo tagguean, atiende así. MASA tendría que tener comida excelente, servicio inmejorable y respuestas inteligentes para sus clientes. Tanta terraza para tan poco contenido. Piénselo.
Restaurante Crepes&Waffles sede zona T
El baño de mujeres de CREPES & WAFFLES (Zona T)
Cualquier día, a cualquier hora no importa si está almorzando o solamente pasó por un helado…consejo: no entre al baño de mujeres. Siempre, excepto cuando abren y hacen el aseo general del restaurante, está sucio. Hay papeles tirados por ahí, el piso está mojado, el espejo muchas veces salpicado y pareciera que le pusieran un ambientador de dudosa procedencia para hacernos salir corriendo. Al arquitecto de la cadena le pregunto, ¿por qué, teniendo la opción arquitectónica no hizo al menos una ventilación natural? Quiero decir que SIEMPRE que voy a este crepes, que de hecho es uno de los que más visito, pienso en el baño y se me daña un poco la estadía.
La hamburguesa “The Big Cheese” de HARD ROCK CAFÉ (Centro comercial Atlantis Plaza)
Jueves 10pm, por sugerencia de uno de mis amigos entramos a HARD ROCK. Los tres pedimos lo mismo: tres hamburguesas “The Big Cheese” y tres gaseosas. A la mitad de la comida, ninguno de los tres pudo seguir, pagamos la cuenta y nos fuimos. El malestar duró toda la noche y la mañana siguiente: dolor de cabeza, nauseas, dolor de estómago, llamé a mis amigos y ninguno de los dos fue a trabajar por cuenta de lo que parecía ser una intoxicación. Lo primero que hice fue, como siempre, buscar el twitter del lugar y escribirles lo que había pasado. Al ver que pasaban las horas y no había respuesta, llamé. Me comunicaron con el manager de turno y le conté lo que había pasado. Él tomó mis datos y me aseguró que me llamaría a contarme qué había averiguado en la cocina y con sus proveedores. Esto jamás pasó, así que decidí escribir una carta, que seguramente muchos de ustedes leyeron, manifestando mi inconformidad. La mandé a un correo que ellos mismos me dieron y jamás recibí una respuesta. Conclusión: pagué, me enfermé, me quejé y…no volveré.
Hamburguesa "Big Cheese" de Hard Rock Café Bogotá
El sushi hecho de afán y el camarón sucio de WOK (Quinta Camacho)
Un miércoles a eso de las 6.45 de la tarde, me encontré con una amiga y caminamos hasta el WOK de la 69 con 9na. Mi amiga lo primero que hizo fue dejarme sentada en una mesa e ir al baño. Al rato volvió y me dijo que el baño estaba ocupado y las dos nos percatamos que la mesa estaba sucia, así que le pedimos a la mesera que nos la limpiara. Y así fue, la limpió pero con un trapo que la dejó aún más enmelocotada, pasamos por alto el hecho y seguimos conversando. Mi amiga, se volvió a parar al baño dos veces más y cuando volvió a la mesa me contó que le habían dicho que los baños estaban ocupados porque a las 7.00 pm era el cambio de turno de los meseros. Pensé que sería oportuno sugerirles que le tuvieran un baño a los empleados, siendo que son muchos los que tienen que ocuparlo. Cuando finalmente mi amiga pudo entrar al baño, pedimos. Yo, como siempre, un bamboo roll (sushi de anguila, plátano maduro y aguacate) y ella una ensalada de camarones.
Bamboo Roll del restaurante Wok
Como sabemos que el sushi merece de mayor tiempo de preparación, solicitamos que nos trajeran todo al tiempo. No pasó. Trajeron primero la ensalada, entonces le pregunté a la mesera qué había pasado y ella se acercó al “sushi-man” en quien se clavaron mis ojos viendo cómo armó mi rollito sin cuidado y de afán. Como era de esperarse, al coger el primer bocado se desbarató. Sin embargo, lo terminé, dejando residuos de arroz y alga en la salsa soya. Y luego, como esas escenas en cámara lenta, le quité el tenedor a mi amiga que no se había dado cuenta que su último camarón, estaba sucio. Como dijo Jorge Rausch a uno de sus pupilos en un reality “eso es popó de camarón, eso no se lo quiere comer el cliente!”. Le contamos los pormenores a la mesera enumerando cada una de las situaciones esa noche. Pero tengo que decir que la respuesta de ella y de la administradora me dejaron totalmente satisfecha, personas amables que reconocen su error y NO SE JUSTIFICAN. A WOK, vuelvo feliz y les aclaro que es uno de mis restaurantes favoritos por tener una política de precios justa con respecto a la calidad de su comida.
Las servilletas y el mal servicio del ILLY (Parque El Virrey)
Ésta es sin duda una de las terrazas más apetecidas de la capital. Vista al parque El Virrey, zona peatonal, ciclo-ruta, perros, niños, bicicletas… Sentarse ahí podría convertirse en un auténtico placer, pero la dicha llega hasta que el mesero llega a atender. Generalmente son dispersos, olvidan las peticiones o simplemente llegan a la mesa con algo que no había pedido. Además, no están pendientes de retirar los platos ni de preguntar si todo está bien. Es un lugar que tiene TODO, desde su cabeza, para ser increíble, pero la falta de atención a los pequeños detalles, mata la experiencia. Un mesero es la comunicación entre el cliente y el lugar, muchas veces no es su responsabilidad directa que los pedidos no lleguen a tiempo, pero si lo es tener un manejo profesional al respecto. En un lugar como estos, exijo excelente atención y unas servilletas acorde con lo que pago. Las servilletas del ILLY son casi cortadas por la mitad, hay que usar más de 4 para poder lograr no ensuciarse, lo que resulta incómodo, costoso y contaminador. Para pagar, también es un rollo, muchas veces me he tenido que parar directamente a la caja porque la demora con el datafono logra desesperar. He ido, vuelto y seguramente volveré, pero si alguien que pueda hacer algo al respecto lee esto, le agradezco, tome medidas.
Café Illy en el parque El Virrey
Muchos de ustedes dirán: “¿y esta quién se cree?”. Nadie especial, ni más ni menos que ustedes. Exijo lo justo. Si pago el 100% de lo que el lugar me pide en la factura, exijo estar 100% satisfecha. Yo no les pido rebajas o me justifico diciendo que hoy no tengo plata en la tarjeta pero que me disculpen. La justificación a un cliente NO LE IMPORTA. Y lo digo con conocimiento de causa, he estado del otro lado y sé lo que se siente cuando hay una persona decepcionada del servicio o la comida. Pero jamás la solución es decir “es que no hay salmón porque el proveedor que viene los jueves, esta semana, nos quedó mal” “es que está demorado porque llegó una mesa de 15 personas y la cocina colapsó” “es que el bar-tender manda decir que el cóctel está bien así”… es que, es que, es que NADA! Los errores se pueden cometer, la verdadera satisfacción está en cómo solucionarlos, porque el cliente, SIEMPRE TIENE LA RAZON (aunque no siempre la tenga).
