Como un baldado de agua fría han recibido, los distintos sectores, la noticia del aumento en las tasas de interés por parte del Banco de la República, creándose así la polémica que regirá en los corrillos económicos.
Y es que es prácticamente imposible salir del asombro y la desazón cuando se expidió el incremento al interés bancario del 4 % al 5 %, un margen a todas luces bastante elevado que viene a maltratar a la clase media y a los microempresarios.
Así pues, aunque todavía no hemos salido de los estragos causados por la pandemia de la covid-19, la máxima entidad en el sector bancario y financiero en Colombia, ante una posible crisis, opta por acrecentar el interés a los créditos más apetecidos por la población, en lugar de buscar una mejor opción que no afecte tanto a la clase impulsora de la economía nacional, que en pocas palabras es la clase media.
Si esta decisión tomada por la junta directiva del Banco de la República se hizo teniendo en cuenta la supuesta “reactivación” en la economía, creo que fue una solución bastante apresurada y arriesgada, en todo sentido un salto de garrocha, pues para nadie es un secreto que nada está igual a lo manejado antes de la covid-19, y tampoco lo estará por mucho tiempo si las cosas van por el camino que están.
Esta atrabiliaria medida traerá más dificultades que beneficios en materia comercial, puesto que el poder adquisitivo del principal actor económico, que es la clase obrera, los pequeños y medianos empresarios, se verá bastante mermado en materia crediticia. Todo el que alguna vez ha hecho un mutuo hipotecario sabe lo que cuesta salir del problema, pues ahora, para el papá Banrep, le va a costar el doble.
A toda esta precaria situación se le suma la expedición de la resolución N°0382, por medio de la cual se certificó que el indicador para la modalidad de crédito de consumo 58 puntos porcentuales en comparación al año anterior, es decir, del 18,47 % al 19,05 %, consolidándose así un aumento en las tasas de usura para los mutuos ordinarios y de consumo.
Entre tanto, los intereses remuneratorios y moratorios no podrán exceder el 1,5 veces el interés bancario corriente.
En adición, también se expuso la tasa de interés bancario efectivo anual, que para la modalidad de microcrédito (el mayor recurso de muchos colombianos pertenecientes a la clase media), en 37,57 %, registrándose un aumento en 50 puntos básicos en comparación a marzo.
Si bien es cierto que la Constitución Política en su artículo 334 deja en cabeza del estado el manejo de las finanzas públicas y la actividad comercial en el país, dándole un carácter de interventor, debe hacerlo con sentido común y pensando en el beneficio a corto, largo y mediano plazo de la población en general.
Las medidas expuestas extienden la gran brecha que hay en Colombia para la obtención de activos por parte de las distintas clases sociales, en un país como el nuestro, no es usual ver a alguien de la clase media, obtener y terminar de pagar un carro a crédito, por ejemplo, y no morir en el intento; o terminar de cancelar un apartamento, sin quedar reportado en una central de riesgo; o tener un crédito en óptimas condiciones, sin recurrir al gota a gota o al paga diario.
En fin, en esta tierra no es común el surgimiento de la población en materia financiera, asunto en el cual siempre habrá un lastre que te amarre al sufrimiento monetario, de la mano de un estado inquisidor capaz de promulgar medidas tan extremas como asfixiantes, igual, son cosas que pasan, y se nos olvidarán el día de las elecciones.
Así que: señor, señora o joven que pensaba adquirir algún tipo de crédito con una entidad financiera, sepa que ahora no es el momento de volverse loco y sacar de forma arbitraria grandes sumas de dinero. Recuerde que el palo no está para cucharas.