El pasado 29 de marzo, el Tribunal administrativo del Tolima, en segunda instancia, tumbó el Esquema de Ordenamiento Territorial concertado por concejales y alcalde del municipio de Piedras, Tolima. Sus habitantes quedaron rojos de la piedra, haciéndole honor al pueblo, y con la sangre agolpada en las sienes y la desesperanza resumida en el alma. Qué hacer, pues la sentencia T445-16 de la Corte Constitucional concede a los municipios la potestad de mandar sobre tales esquemas y con ello definir su propia suerte.
Pero la suerte, en nuestro país no se elige, sino se impone. Está echada, como diría Julio Cesar el romano emperador. De la baraja, a los municipios siempre les toca la peor carta; y la mejor, a las multinacionales, que cuentan con el árbitro y el mazo de su lado, pues no solo las reglas están adecuadas a su favor, sino también amañadas, tal como quedó claro con el oportuno fallo sobre el Esquema por parte de una jueza también oportuna, el cual cerraba puertas a multinacionales mineras, y ahora las abre y hasta las convida.
¿Con vida? ¡Sin vida! Opinan los piedrunos, quienes, en diferentes instancias, y frecuentemente, han rechazado la incursión de estos voraces vecinos extranjeros. Primero, a partir de la consulta popular realizada el 28 de julio de 2013, que fue un hito a nivel latinoamericano por ser la primera de su estofa, y un éxito porque echó de un plumazo a la indeseada empresa Anglo Gold Ashanti del territorio. Orgullosos, ratificaron que su pueblo es arrocero y nunca de basura tóxica vertedero, como pretendían convertirlo. Y dichosos prosiguieron, botas de caucho y sombrerones al vuelo, sembrando el ancestral producto de origen chino.
Chino el cuento con el que fulminó la jueza. Preciso, y casualmente como suele ocurrir cuando estas empresas entrometen sus fauces, cuando el pueblo es botín de reparto entre las petroleras americanas: Parex y Telpico. Cuyas oficinas ya se erguen en el corazón urbano del municipio, sin importarles el desprecio que le prodigan sus pobladores, quienes los miran como al amigo conchudo que lleva más de 3 meses de visita en la casa, pero no se va. ¡Y no se van! ¡Se quedan! Y las sensaciones de desengaño y desamparo crecen, pues los piedrunos se sienten ajenos en su propio suelo y que juegan con reglas prestadas en su propia casa. ¡Pues no mandan! Y el estado desobedece hasta las órdenes que el mismo emana (La ley 134 de 1994 garantizaba el derecho a la consulta popular. Ya no), que son la exclusión del territorio de cualquier actividad minera y la preservación de la vocación agrícola.
De cualquier actividad minera blindados creían estar; pero más bien están brindados. Así como ¡27000 héctareas de los municipios de San Luis, Coello, Ibagué y Alvarado!, en el mismo proyecto. Municipios que conforman el cinturón petrolero del centro del Tolima, correa que seguramente apretará hasta el ahogo a sus penitentes. Pues, como se ve, no se trata de un problema aislado sino de un continental problema. Más si se tiene en cuenta que, en caso de aprobarse la tozuda ensoñación del presidente Duque de realizar fracking en el país, podría practicarse la nefanda actividad en la región. Y agua hay, pero escasa en esas planicies tórridas, compartida entre la gente y los cultivos arroceros. Se desconoce qué sucedería cuando aquellas máquinas golosas, que tragan agua como intereses los bancos: entre 10 y 30 millones de litros por pozo, enmarcadas en una curiosa oferta al revés: pague 2 litros de agua y lleve uno de petróleo, y las intoxican con… no se sabe por qué no están obligadas ni a decir cuáles venenos usan, comenzaren a operar. Sin duda no solo un calvario, sino la crucifixión; donde, al igual que el Redentor en la Cruz, las personas gemirán por agua y solo les proporcionarían vinagre, o más bien gasolina. Y no tendrán los estigmas o llagas que les salen a los santos, sino los cánceres, infecciones, asma o sarpullidos, entre muchos, que les salen a los petroleros.
Queda esperar que la agencia hidrocarburos no conceda la licencia definitiva, que Cortolima no provea los avales, que el gobernador razone en sus cabales, y que los encargados de impartir justicia no repartan injusticia; que fallar, sea decidir según el juicio y no sinónimo de equivocarse según el desquicio. Que se respete la consulta popular, la cual rechazó la minería con 2971 votos en contra. ¿Aquello no es democracia? Aquello es insolencia aseguran los jueces del Estado.