Cuando Carlos Castaño llegó al rancho donde tenía secuestrada a Piedad Córdoba esperaba una persona doblegada por el temor suplicando por su vida, pero no fue así, ella lo recibió diciendo: “Si me va a matar hágale de una vez, que cuando repartieron el miedo yo llegué tarde”. Así es la negra Piedad, franca, espontánea, alegre y decidida. 19 años después con ese mismo talante, la exsenadora lanza su candidatura a la Presidencia.
Mientras los demás candidatos se andaban despacito, diciendo “que sí pero que aún no”, o “quizás”, “Si le soy útil al país"… la negra Piedad sin ambages ni ambigüedades, de frente como es ella, lanzó su candidatura a la Presidencia. Con su actitud, Piedad deja ver que va en serio, que no buscará hacer solo un papel decoroso, ni anda evaluando coaliciones, la negra no quiere ser candidata sino Presidenta.
No importa la opinión que usted tenga de Piedad Córdoba, la puede odiar o amar, pero estará de acuerdo conmigo en que esta mujer es valiente, porque se necesita mucho valor para haber estado inhabilitada 7 años, secuestrada, chuzada, exiliada, amenazada, perseguida de todas las formas posibles, y que aún le queden ganas de ser Presidenta.
No es para nada descabellado vaticinar que Piedad podría ser la sorpresa electoral en estas elecciones, ¿por qué? Primero, porque la negra solo puede crecer en las encuestas, para dónde la van a desacreditar más si llevan una década dándole palo todos los días. Su imagen está tan curtida de ataques que la gente hasta comienza a sospechar si todo lo malo que se ha dicho de ella es verdad.
Segundo, porque el país de hoy no conoce a Piedad, bueno, no conoce a la verdadera Piedad. Cuando la inhabilitaron muchos adultos de hoy eran adolescentes, no tienen en su memoria los debates de la negra en el Congreso, cómo comenzó a denunciar la parapolítica, cómo tumbó a Londoño por Invercolsa, cómo lideró el debate de Agro Ingreso Seguro contra Andrés Felipe Arias, cómo puso contra las cuerdas a Pacific Rubiales y se enfrentó a los ingenios azucareros, cómo ella sola ayudó a liberar decenas de soldados y políticos a quienes les esperaban muchos años en la selva.
Muchos de estos jóvenes que hoy repiten mentiras sobre Piedad Córdoba no saben que fue una congresista brillante, que fue la primera en introducir al Congreso las propuestas de matrimonio igualitario, defensa de los derechos de las mujeres. Pocos saben que fue ella quien lideró la Ley 70, incluso estando exiliada impulsó esta Ley haciendo llamadas de larga distancia desde un teléfono público en Canadá con los monedas que le quedaban en el bolsillo (La Ley 70 es un paradigma en legislación étnica para Latinoamérica). Ya pocos recuerdan a aquella Piedad, hicieron un buen trabajo echando tierra sobre sus numerosos logros para venderle al país un monstruo. Cuando Colombia redescubra a esta Piedad, capaz, simpática, ocurrente e ingeniosa que estuvo tantos años por fuera de los focos mediáticos no me cabe duda que le nacerán muchos nuevos seguidores y remontará a más de un candidato en las encuestas.
Finalmente, Piedad tiene una ventaja frente a los demás candidatos, en la plaza pública y en las regiones ella es muy fuerte. Piedad es una oradora formidable, cuando la negra habla en la plaza pública tiene el don de estremecer los auditorios y tocar el corazón de la gente. Yo he visto auditorios con fervor a flor de piel en un discurso de Piedad, esa capacidad no la tiene Petro, ni Clara López, ni Germán Vargas, ni Robledo, ni Fajardo. Por otro lado, una cosa es Piedad en Bogotá y otra es verla en las regiones. Allá la gente sencilla la adora, la siguen, se sienten identificados con ella, quizá porque son igual de marginales. Hay que ver cómo en sus giras la gente se abalanza hacia ella y hacen pacientes filas para tomarse una foto y saludarla.
A veces no entiendo el odio que se ha orquestado hacia Piedad. A ella no se le conoce un solo escándalo de corrupción, su gran “error” fue apostar por la paz acercándose a las FARC para mediar liberaciones en pleno gobierno de Uribe. Los correos de Raúl Reyes nunca existieron, sus declaraciones en México pudieron ser impertinentes pero no eran falsas, (Piedad no sabe ser políticamente correcta, solo a ella se le ocurre siendo paisa luchar porque Belén de Bajirá sea para el Chocó). A parte de estos “pecados” ¿por qué más deberíamos odiarla?
A quienes se horrorizaban en las redes sociales al conocer la candidatura presidencial de Piedad debe ser que seguramente votarán por Germán Vargas quien ha pasado de agache en este escándalo de Odebrecht y Navelena o por un Ordóñez destituido por corrupto y quien quiere devolver al país a la constitución de 1886 o pensarán votar por "el que ponga Uribe" para que haga trizas la paz y volvamos a ser un país propicio para la guerra.
En un país gobernado siempre por hombres, blancos y ricos Piedad está en las antípodas de esta casta política tradicional, ella es mujer, negra, de provincia y no pertenece a un partido. Piedad presidenta sería un hecho inédito en 117 años de nuestra vida republicana.