Al ritmo de "dinero no hay" y de otros títulos que levantaron el ánimo de las comunidades del Pacífico colombiano, Chocquibtown atravesó a todos los estigmas de la pobreza, la discriminación y la falta de oportunidades que viven las poblaciones negras de Colombia. Con ritmo, palabras acertadas y directas, el trío compuesto por Goyo, Tostao y Slow Mike le dio al pacífico un despertar que ninguna otra agrupación artística ha podido disparar. Cuentan la odisea que los llevó del Chocó a Cali, y en el lugar que vio nacer su fama, intentan inspirar otros a tomar el mismo camino hacia el arte y la música. "Hacemos letras con un contenido que te lleva un poquito más allá" dicen, "creemos en el tejido social". En esto coinciden con la política humanista del alcalde de Cali, Maurice Armitage, quien durante su discurso antes del inicio del concierto celebró la multietnicidad de la capital vallecaucana temporalmente transformada en capital del Pacífico.
En la más grande fiesta popular del país, todos los estratos tan frecuentemente separados se reúnen, y la música enlaza entre ellos a los vallecaucanos, caucanos, nariñenses, chocoanos y hasta extranjeros que descubren por primera vez la diversidad étnica de Colombia y la dimensión de su comunidad afrodescendiente. Durante unos días, el sonido de las voces negras hizo latir a los corazones y en un especie de trance juntó el calor humano, la música y el "tumbao" pacífico, para entregar un cóctel más detonante que el viche. Durante unas horas, todos se olvidaron de su condición social, de sus preocupaciones y dificultades, todos miraron hacia la tarima y sus ojos se llenaron de sueños. Durante unos instantes los más de 150.000 asistentes al Petronio se sintieron orgullosos de su origen, de su raza, y de su lugar cada día más importante en la sociedad colombiana.
Más que una fiesta, el festival Petronio Álvarez es una comunión alrededor del único arte que todos perciben y entienden: la música. Sin complejos y sin miedo los verdaderos habitantes del Pacífico colombiano vinieron con sus artesanías, sus comidas, sus prendas y su sabor propio. Vivieron la música en su forma la más natural: gratis y abierta. El Petronio es como un oasis que entrega la cultura y el arte negros a un mundo que durante mucho tiempo los ha dejado por fuera de su espectro.
Herencia de Timbiquí, Chocquibtown, los violines, las marimbas y las voces poderosas que los acompañan rescataron durante este fin de semana a las costumbres y las tradiciones afrodescendientes del Pacífico colombiano y entregaron a su audiencia la esperanza de traspasar más fronteras al ritmo de su música. El legado del festival no es el de divertir sino de entregar un mensaje fuerte a los blancos tanto como a los negros: el Pacífico vive!
