No creo que haya un colombiano que alguna vez no haya tarareado una canción pegajosa con sabor a mar y que dice: “Bello puerto de mar, mi Buenaventura, donde se aspira siempre la brisa pura”.
Es esa canción la que nos hace soñar con el mar, con las olas, la que nos dice que “siempre que tengo penas en mi poblado, miro su lindo cielo y quedo aliviado”, la que compuso, Patricio Romano Álvarez Quintero, un músico nacido en el Pacífico colombiano, cuyo padre, un maquinista de los ferrocarriles, José Joaquín Álvarez, y su madre, Juana Francisca Quintero, le dejó como legado el trabajo y el apodo del “Cuco”.
Uno no sabe si fue el cha cha cha del tren o las olas del mar, las que inspiraron su mundo musical. Algo de ambos debió de meterse entre su alma para componer ese mundo de tantos ritmos que cantaba su tierra y la cotidianidad de su pueblo.
Los que le conocieron dicen que tocaba muy bien la guitarra, que en su niñez pulió su voz voceando el pan y las empanadas que hacia su madre por las calles del puerto.
También cuentan que trabajo como notario y que un día cansado de papeles, sellos y de dar fe de los actos de otros, pidió trabajo en los ferrocarriles y gracias al recuerdo de su padre lo emplearon como maquinista de la locomotora con nombre de su tierra “La palmera”.
En ella recorrió los parajes de su tierra vallecaucana; y de tanto mirar los paisajes y soñar con su mar que amaba, fueron naciendo las composiciones que le hicieron famoso: anécdotas de su gente, costumbres de la cotidianidad, la mirada tierna sobre el paisaje le dieron los temas para canciones como: Bochinche en el cielo, El Porteñito, Adiós al puerto, entre otras muchas.
También señalan sus conocidos que le llamaban “el Gardel del puerto” pues amaba el tango y dicen que compuso algunos tangos y milongas además de currulaos, bambazu, guapangos que se quedaron enredados en el recuerdo de sus amigos y que él cantaba en esos encuentros con sus compañeros de la bohemia.
No pudo resistirse al amor que le cambio su rumbo de maquinista soltero y en 1942 contrajo matrimonio con Veneranda Arboleda Rodríguez.
Puede que su nombre se disuelva a veces en esa maraña de los días que se llama el tiempo, puede que hoy muchos no sepan quien fue, Petronio Álvarez, el famoso Cuco, puede que el mar imitando el ritmo propio de su ser se lleve su nombre y cada año lo devuelva para designar el más importante certamen musical de la música y la cultura del Pacífico: “El Petronio Álvarez”, que ya ha desbordados los limites locales para irse a llevar sus sonidos de marimbas, cununos, violines y guasá por el mundo.
Puede que a veces Petronio sea olvido, pero cuando entonamos “Bello puerto de mar mi Buenaventura”, es Petronio, el maquinista de la Palmera quien nos dicta sus versos.