¿Petróleo o aguacates?

¿Petróleo o aguacates?

Entre la inversión petrolera y el fortalecimiento del agro se debaten los candidatos presidenciales

Por: Oscar Gutiérrez Reyes
abril 02, 2018
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¿Petróleo o aguacates?

En el debate presidencial en Columbia University se armó una discusión que, partiendo de una pregunta sobre el tratamiento se daría a la minería, terminó explicando la visión que tienen sobre petróleo, cambio climático, finanzas públicas y desarrollo agropecuario dos de los candidatos: Duque y Petro.

Las respuestas están referidas, además, a dónde harían los énfasis para el desarrollo y atención de lo planteado: si en inversión petrolera o minera, como señala Duque, o si en aguacates y cultivos tropicales, como señala Petro.

Para desenmarañar el asunto por partes —buscando resaltar lo que se quiere señalar— es necesario acotar lo siguiente: Es claro que Uribe y Santos, por la apertura económica y los tratados de libre comercio, TLC, decidieron —con la locomotora minero-energética— ajustar el modelo de desarrollo para que, basado en la inversión extranjera, permitiera obtener las divisas para atender las necesidades nacionales. Aunque no se renunció a los cuatro o cinco cultivos tropicales que generan ingresos para el país, sí se renunció al desarrollo del agro y la industria nacional. Se destruyó así buena parte de la producción agropecuaria e industrial, y se condenó al país a depender de las rentas mineras. Ese, el telón de fondo de la discusión y, al que ninguno de los candidatos se refirió.

Sobre política petrolera y minera, la propuesta de Duque es la misma de Santos y Uribe. Incluye aceptar los ordenamientos legales —y no tan legales— que garanticen, a inversores extranjeros y nacionales, seguridad inversionista y, sobre todo, abultadas ganancias. Pero —aclarando—eso sí, que deben eliminarse o reformarse las consultas populares, que considera un estorbo a remover.

La propuesta de Petro es condenar el uso de los combustibles fósiles, sin explicar cómo será la mudanza a las energías alternativas, en cuantos años se dará y a qué costo, y sin insinuar siquiera renegociar las condiciones de explotación del recurso petrolero hace una referencia sobre el cambio climático que, si bien es cierto debe atenderse, no se resolverá en el corto plazo, así él afirme que sí.

En este momento es evidente que Colombia seguirá dependiendo de petróleo y minería —que corresponden al 80% de las divisas— por un tiempo largo. Deberá hacer exploración y explotación de hidrocarburos para atender las necesidades de la economía nacional. Son 300 mil barriles diarios que se dedican para la producción agroindustrial y transporte. No hacerlo pone en gran riesgo la seguridad energética lo que sería gravísimo para el desarrollo nacional.

Para salir al paso de la opinión de Petro, Duque apela a las finanzas públicas como argumento central para defender la locomotora minera pero lo hace sin tocar las condiciones en que esta se desarrolla y sin señalar las múltiples exenciones arancelarias y de impuestos otorgados, y los pésimos contratos de concesión suscritos con las compañías multinacionales.

Ante el argumento de Duque, Petro esgrime los aguacates. No importa si no hay renta petrolera, se reemplazará con la siembra —para exportar— del último y más novedoso de los productos tropicales: el aguacate. Y, ante la riposta de Duque preguntando ¿cuántos aguacates deben producirse para reemplazar el ingreso de un barril de petróleo? La respuesta es: México.

Antes de analizar lo argumentado, veamos algunos asuntos de contexto nacional relacionados con el agro: Colombia tiene tierra, agua, clima, semillas y gente suficiente para desarrollar una economía agrícola próspera y democrática, de producción dual. Empresarios y campesinos dedicados a producir alimentos. Como el libre comercio destruyó buena parte de la producción agropecuaria, hoy se importan cerca del 35% de los alimentos que se consumen y casi todos ellos son dieta básica. Cereales, leche y sus derivados, leguminosas y oleaginosas, carne de cerdo, pollo y pescado son parte de los 13.2 millones de toneladas de alimentos importados el año anterior. Se está perdiendo la seguridad y la soberanía alimentaria.

Ante esta situación, Duque sostiene la misma política de Santos y Uribe. En diferentes escenarios ha expresado que no renegociará los TLC —aunque también ha dicho lo contrario— y que continuará la política agrícola implícita en la Ley Zidres.

Y Petro dice que para reemplazar las divisas de la renta minera y petrolera —que se dejaría de percibir— al aplicar su propuesta de renunciar al uso de combustibles fósiles, lo que se haría es promover la siembra de ¡Aguacates!

El aguacate es un cultivo permanente. Sembrar una hectárea vale 12-14 millones de pesos. Los primeros se verán dos años después. Hay sembradas 14.084 hectáreas de la variedad Hass —de exportación— en las que se cosecharon 78.547 toneladas y se exportaron, en 2016, un poco más de 18.000 toneladas, por un valor de 35 millones 40 mil dólares según datos de Asofrucol y Corpohass. Esa exportación corresponde al 0.11 de las exportaciones totales del país.

El valor del petróleo exportado fue, en 2016, de 7 mil 87 millones de dólares, el 26% de las exportaciones de ese año. Para aplicar la propuesta de Petro y reemplazar el ingreso petrolero —exportando aguacates— se debe aumentar en 202 veces lo exportado en 2016 es decir, llegar a 2 millones ochocientas mil toneladas. Para hacerlo se necesitaría sembrar 294 mil 700 hectáreas. Y, ¿quién lo hará y con qué dinero? Se sabe que —en más de mil hectáreas sembradas— hay capital extranjero, como hoy ocurre en algunas de las 18 firmas que manejan la exportación. ¿Y quién comprará esta inmensa producción —de ser viable—? México, el mayor exportador del planeta, vende anualmente 1 millón 300 mil toneladas.

Y, ¿de la seguridad y la soberanía alimentaria qué? De eso ¿no nos debemos preocupar? Y la dieta básica ¿debe seguir siendo importada? Es sano concluir que el punto no es si hay petróleo y minería, ni si hay aguacates. El punto es si —sobre la base del beneficio nacional— desarrollamos los diversos renglones de la economía, garantizamos la producción de alimentos, cuidamos la naturaleza y el medio ambiente, sancionamos las relaciones económicas con los consorcios extranjeros que no sean en píe de igualdad y construimos una nación decente. ¡Se puede!

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