En días pasados, el analista Ariel Ávila*, publicó un artículo en el que mostraba la creciente deforestación que se está produciendo, en este caso en Tumaco, para expandir los cultivos de coca. Explicaba el fenómeno en lo que él llama anarquía criminal, debido a que las FARC ya no están regulando la actividad cocalera, por el aumento en los precios de la cocaína, y porque los campesinos buscan ser incluidos en los programas de sustitución que hacen parte de los Acuerdos de La Habana.
Llama la atención que al respecto no se escuchen las voces de algunas organizaciones y personas, que mientras guardan silencio ante éstos y otros desastres ambientales como los que han generado, por ejemplo, más de un millón y medio de barriles derramados sobre ecosistemas y cultivos debido a la voladura sistemática del oleoducto Caño Limón - Coveñas, sí están prestos a enjuiciar, escandalizar y someter al escarnio público algunas actividades petrolera que se realizan, o se van a realizar, aún cuando han sido consultadas con las comunidades, observan los más altos estándares de calidad y cuentan con el debido licenciamiento por parte de la autoridad competente.
Por eso resulta difícil de entender el fundamentalismo, con todo y sus expresiones políticas e ideológicas, que se opone a la actividad petrolera, en especial en los territorios que han sido devastados por la violencia y las economías ilegales.
La riqueza que genera el petróleo es justamente el antídoto para superar esas formas de vida, marcadas por la violencia y la marginalidad social, política, económica e institucional. En ese sentido, la posibilidad de contar con la presencia de Ecopetrol en un contexto de posconflicto, debe ser valorado como una gran oportunidad.
Con la implementación de los Acuerdos de Paz, se amplía la presencia del Estado y se integran dichos territorios a la dinámica nacional e internacional desde la legalidad. Por eso en Ecopetrol estamos dispuestos a seguir articulando esfuerzos con el sector público, privado y social en la construcción de condiciones que hagan sostenible la Paz Territorial.
Pero la sustitución de los cultivos de uso ilícito requiere que al mismo tiempo se vayan implementando los acuerdos sobre desarrollo rural integral. La construcción de vías, el cierre de brechas en salud y educación, los proyectos productivos sostenibles, el fortalecimiento de la capacidad institucional de las entidades territoriales y la protección y recuperación de ecosistemas estratégicos y de los recursos hídricos, son un complemento indispensable y nuestro aporte para una paz sostenible.
En este momento, Ecopetrol se encuentra justamente apoyando a los municipios petroleros en la estructuración de proyectos de desarrollo, que contribuirán a la construcción de condiciones favorables para la implementación de los Acuerdos.
Así mismo, Ecopetrol tiene el compromiso de participar activamente en los escenarios que correspondan para proteger nuestros intereses, que no son otros que los intereses de todos los colombianos, y aportar lo que esté a nuestro alcance para que la transición hacia una nación en paz y reconciliada consigo misma, no tenga reversa.