Este título integra un anagrama que describe la realidad actual, y una palabra que fusiona a los candidatos que polarizan el debate.
Aunque probablemente votaré en blanco, Fico es con el que menos me “identi-fico”: ¿por qué?
Porque no es un personaje “historiográ-fico”. No tiene perfil para escribir un nuevo capítulo en la historia del país, ni concebir un futuro diferente.
Porque solo está ahí gracias al oportunismo “cinematográ-fico”. El fuego amigo al interior del Centro Democrático lo posicionó por descarte.
Su programa de gobierno es “seudocientí-fico”; no dimensiona la complejidad, no tiene articulado, y apenas se propone a construirlo con un segmento de la sociedad.
Autobiográfico, solo repite que fue alcalde paisa; parece que no tiene más logros para demostrar su competencia para liderar al Ejecutivo, menos con proyección y alcance nacional.
Anticientífico, no contempla que el vigente modelo socioeconómico del país fracasó; sin asimilar la falsabilidad de sus propuestas, además, incurre en arrogancia o soberbia.
Criptográfico, aunque su discurso es sencillo, es un enigma si será otro paquete chileno, como Duque.
Escenográfico, su marco electoral se limita a pintar un futuro sombrío, si el país no queda en manos de la derecha.
Bibliográfico, sólo repasa los antecedentes negativos de los demás; pese al optimismo que aparenta, desconoce los aspectos positivos.
Sin conocimiento hidrográfico, presumo que tiene una elevada cuota de responsabilidad en el fiasco Hidroituango.
Mecanográfico, lo único que le rescato es que no es otro tinterillo, abogado o politólogo, sino ingeniero.
Iconográfico, comete el pecado de creerse el elegido de Uribe: para ser ungido como el salvador.
Narcotráfico, carbó n y petróleo seguirán siendo las principales exportaciones, pues no expone algo diferente a lo de siempre.
Coreográfico, ahora diluirá su identidad para encajar a todos los micos de la centro-derecha en la foto de su campaña, y terminará empeñado por esa maquinaria, como le iba a suceder a Alejandro Gaviria, otro paquete chileno cuyo estilo político parecía pornográfico.
No tiene capacidad de hacer un diagnóstico radiográfico de los pecados de la derecha.
Catastrófico sería que ganara alguien sin experiencia y competencia, como Duque o Claudia López.
Desmitifico que Petro pueda ser peor que Fico. Uno hizo excelente control político en el Congreso, aunque se rajó en lo legislativo y en el ejecutivo, en la alcaldía de Bogotá. El otro ni siquiera hizo una mejor alcaldía que Fajardo.
Iconográfico, trata de parecerse a Fajardo fusionado con Uribe.
No es un candidato holográfico; de hecho, representa otro caudillismo, ante una inexistente institucionalidad partidista.
Diversifico, buscando otra alternativa. Fajardo o voto en blanco.
Terrorífico su comportamiento en cada debate de la revista Semana.
Metamórfico, ahora jugará a ser un poco más blando, o menos duro, para engañar al centro.
Descalifico sus pronunciamientos, contagiados de odio y terrorismo.
Personifico al elector que está aburrido de presenciar a los mismos, en cuerpo ajeno, aunque entiende que el voto en blanco jamás los derrotará.
Reclasifico a Petro, de anticristo a otro parroquiano más, como Fico.
Intensifico mi campaña para evitar que la derecha siga reinando.
Demográfico, el problema social es transversal a cada segmento, etario, racial o de género; incluso quienes tienen formación posgradual están en crisis por aquel modelo que ejemplifico con este texto lo que nos espera si gana Fico.
Deberán exigir el uso de algún instrumento poligráfico, para filtrar las candidaturas.
Sacrifico al ciudadano común si voto por Fico.
Solidifico la oportunidad de elegir algo diferente.
Recodifico mi empeño por votar en blanco, pues la derecha me está convenciendo de que vale la pena probar la alternativa del Centro o la Izquierda.
Recalifico la opción de Vargas Lleras inclusive, pues cuanto menos tiene experiencia.
Simplifico este análisis, específico hacia Fico, con la confianza de que cada cual puede extrapolarlo hacia los demás candidatos, como el aparentemente filosófico Alejandro Gaviria, quien demostró que era capaz de lo peor.
Su campaña no fructificó, como la de Fajardo y, al final, la de Fico.
Escenifico una desesperada reflexión, porque la democracia en Colombia no funciona: la abstención debería equivaler a voto en blanco.
Cuantifico en 6 de cada 10 personas las que desisten de participar de los comicios.
Ningún candidato parece ser honorífico.
Cuanto menos, con ninguno me identifico.
Rectifico, como ninguno de los candidatos ha sido capaz, cuando me equivoco.
No santifico a Fico.
Reunifico al centro hacia la izquierda, eso es lo que espero de Fajardo.
Horrífico, cada debate solo destila más sangre.
Sacrifico lo que queda de mi bienestar, si voto en contra de…
Dignifico mi derecho a votar, si lo hago a favor de…
Testifico por cada persona con quien compartí la experiencia en las pasadas elecciones.
Justifico su error, si aprendieron la lección.
Gratifico a quien aliente a los abstencionistas, a hacer la diferencia.
Clarifico lo que digo, la solución no es Fico.
Mi mensaje no lo entenderá la derecha, si no lo acidifico.
Eso lo verifico y certifico.
Amplifico mi mensaje a través de este medio, al que beatifico.
Petrifico a la derecha. Eso es lo que planifico.
Algunos hacen tráfico de votos, y otros dicen que Votarían en Blanco si los bonifico.
Aunque eso sea un propósito benéfico, es mal habido.
La ética no la cosifico.
Espero un futuro pacífico.
Aquel que sólo edifico, si supero esta inercia que tipifico.
Ratifico este mensaje, cuyo ruego parece disco rayado.
No vote por alguien maléfico.
Notifico que no deífico a el salvador de la derecha.
Por medio hablado, escrito o gráfico, lo repito:
Nunca votaría por Fico.
